Patrona de España, La Inmaculada Concepción de María se celebró con toda solemnidad en la Santa Iglesia Catedral de Jaén, el pasado viernes, 8 de diciembre.
Un gran número de fieles se dieron cita en el Templo de Vandelvira para participar en la celebración eucarística presidida por el Obispo diocesano, Don Amadeo Rodríguez Magro, quien estuvo acompañado por el Vicario General y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas; el Rector del Seminario y canónigo, D. Juan Francisco Ortiz; el Vicerrector, D. Juan Carlos Córdoba; así como por los tres diáconos y los seminaristas mayores.
Con casullas de color azul, como marca la liturgia, llegaron en procesión hasta el presbiterio de la Catedral, donde una imagen de La Inmaculada tenía un lugar privilegiado junto al Santo Rostro, que presidía el altar mayor.
Miembros de la Cofradía de la Buena Muerte fueron los encargados de las Lecturas. José Manuel Espejo, seminarista, cantó el salmo y el diácono, José Navarrete, proclamó el Evangelio.
Homilía
Monseñor Rodríguez Magro, en su homilía comenzó recordando que La Inmaculada es la Patrona del Seminario diocesano, y animó a los asistentes a asistir a la exposición vocacional «Enredados».
El Obispo de Jaén invitó a los fieles a contemplar el Evangelio de Lucas, y en concreto el momento en que el Arcángel Gabriel le dice a María «¡Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo» Lc 1-28, ya que esa invitación es también a nosotros. «Alegrémonos con y cómo María, alegrémonos de su Inmaculada Concepción. En la Palabra de Dios se nos ha contado la historia de la salvación, la voluntad salvadora y amorosa de Dios sobre todos los seres humanos». Para continuar explicando- «Hoy es el día para estar felices, porque Dios no nos ha abandonado nunca, está y estará siempre salvador y redentor con nosotros».
En este sentido, Don Amadeo explicó la conexión existente entre el Evangelio de este día con la primera lectura del Libro del Génesis: «Se encuentra la esperanza del Antiguo Testamento con la novedad salvadora del Nuevo Testamento, porque esa mujer, anunciada por Dios, en los orígenes de la humanidad, era María. Ella fue elegida para ser concebida y nacer sin pecado. Lo deseado por toda la humanidad, se da en la joven de Nazaret».
Para concluir, el Obispo del Santo Reino pidió a la feligresía congregada, esa alegría que viene del corazón, ya que, «Por María ha llegado la que es buena noticia para el mundo, Cristo, el Señor. Por María, pura y virgen, llega para todos los seres humanos la buena noticia de la salvación, que nos trae Jesucristo con su cruz y su resurrección. Por eso, le damos a Dios gracias, por la Santísima Virgen, y os animo a afianzar un amor y una devoción mayor a la Santísima Virgen».
Al finalizar la Eucaristía, el Deán leyó las condiciones para obtener la indulgencia plenaria y el Obispo dio la bendición Apostólica con el Santo Rostro. La Santa Misa concluyó con el canto de la Salve.