Los equipos de dolor fueron una experiencia creyente, orante, gozosa, vital y esperanzada, expresión de las convicciones y mística que ha sostenido la vida de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y una experiencia de comunión y fraternidad, estando muy presente en la vida de la HOAC desde el inicio la relación con los obreros enfermos y los equipos de enfermos y así lo fue en la preparación y celebración de la I Semana Nacional de la HOAC el 15 de agosto de 1945. Se hablaba entonces en numerosos escritos y cartas de los sanos que ofrecen el sacrifico de la actividad y de la necesidad de los enfermos “que apadrinan” a los sanos con la actividad de su dolor.
Para actualizar esa experiencia los militantes de la diócesis de Jaén se han reunido para reflexionar sobre la misma en el marco del 75 aniversario y mirar con gratitud al pasado y a la misma vez sentirse impulsados hacia el futuro, en la vivencia comprometida del presente.
Los y las militantes han manifestado la importancia de esta experiencia novedosa que habla de una espiritualidad a cultivar de manera que la acción comunitaria de la HOAC tenga una resonancia divina con el compromiso de aliviar el dolor de la enfermedad y la soledad. Han reconocido como necesario compartir esta experiencia vital como un don y un regalo para vivirlo en comunidad, viviendo esta doble misión, por un lado, oración y ofrecimiento y, por otro, acción como fruto del amor y acompañamiento de Dios y no solo fruto del esfuerzo personal.
Supone una llamada a construir una verdadera experiencia de comunión en la acción; a crecer en la triple comunión, a aspirar a la santificación, a vivir con amor y por amor. Esta reflexión invita a vivir la alegría, la fe, la esperanza y la misericordia evangélica que da sentido pleno a la vida militante. Es una llamada oportuna hoy a colaborar para que todos y todas las militantes se sientan útiles; una llamada a acompañarse y apoyarse en la vulnerabilidad, destacando que lo que se puede actualizar de esta vivencia es que, aunque se desee apartar el dolor y el sufrimiento de nuestras vidas, es inevitable y debemos adaptarnos a ellos desde la verdadera razón que es la fe, ya que Cristo en la cruz no predicaba ni hacía cosas. Simplemente padecía y amaba.
Las prácticas comunitarias que se han compartido en el encuentro, como actualización de esa experiencia, pasan por seguir acompañando los procesos vitales de los y las militantes de la diócesis y adaptar la vida comunitaria a esa realidad de enfermedad y envejecimiento, materializando la idea de que las personas enfermas aportan para que ellas pidan ayuda y soliciten a la comunidad que las pongan en vivo contacto con los militantes, haciendo realidad el bálsamo del amor fraterno.
Se han comprometido a reforzar así la vida comunitaria para hacer permanente ese vínculo, orando por la misión de la HOAC, con visitas a los militantes enfermos que se conviertan en inyecciones de consuelo y aliento y mostrando disponibilidad y predisposición para adaptarse, integrando a los militantes enfermos en espacios y relaciones naturales, fomentando encuentros diocesanos para informar de lo planificado que se puedan realizar en casa de los militantes enfermos o de forma telemática; trabajando materiales formativos puntualmente por parte de los militantes que atraviesan la enfermedad para generar una conexión o vínculo entre ellos; planificando encuentros para compartir la experiencia de oración activa y haciendo partícipes de la vida diocesana a exmilitantes de la HOAC.
Hermandad Obrera de Acción Católica. HOAC -Jaén
