En “Poesía y Verdad”, Johann Wolfgang Goethe (1749-1832), habla de sus lecturas de la Biblia: “Yo tenía desde la infancia el singular hábito siempre de aprender de memoria los comienzos de los libros y las divisiones de una obra, y de lo primero que aprendí fue de los cinco libros de Moisés”. De ellos, irá diciendo en esa su obra clave, aprendió de historia, religión y cultura. De forma particular en el Antiguo Testamento encontró toda una cosmovisión del mundo y el hombre, no ajena a la época en la que vivió y escribió. Sobre ese aprendizaje del insigne escritor, prócer de la modernidad europea, así como de su vertiente religiosa ha sido el Premio Nobel de la Paz en 1952, Albert Schweitzer (1875- 1965) quien mejor nos ha hablado en un profundo estudio sobre la religiosidad del Goethe. En él habla de esta influencia bíblica. Thomas Mann, el gran escritor alemán, gran lector de ambos, no era ajeno a estas observaciones al hilo de la lectura de la Biblia. Una de ellas, escrita por Goethe, le llamó la atención de forma especial. El ilustre vecino de Weimar, refiriéndose a la historia bíblica de José, el hijo de Jacob, escribió: “Es una historia natural muy atractiva, pero parece demasiado breve y uno se siente llamado a narrarla con todos los detalles”. Y Mann lo tomó como reto redactando una gran novela, en cuatro entregas y en la que contó ampliamente esa historia de José. Después de casi veinte años de trabajo y en sucesivas entregas, en una tetralogía, acabó su gran obra “José y sus hermanos”.
En la tetralogía el escritor siguió al pie de la letra el relato bíblico, llegando a transformar un texto que ocupaba solo treinta páginas en el Génesis, según la Biblia de Lutero, en una novela de mil quinientas páginas. Estamos ante un vasto y asombroso mural en el que se entrecruzan la mitología y la historia de varias civilizaciones antiguas bajo una mirada inteligente, no exenta de un toque de humor propio del autor de la “Muerte en Venecia”. En esta tetralogía, el escritor alemán realiza una audaz interpretación de los mitos fundadores de la civilización occidental a la luz del humanismo contemporáneo. Fue en 1924 cuando comenzó a escribir esta ingente obra y la acabó en 1943. Lo que se propuso dejar en esta gran obra fue una navegación por las honduras de la naturaleza humana más allá del psicologismo de moda en la época de su redacción. Fue ofreciendo en las sucesivas entregas una amalgama de cultura, historia y genes. Y lo fue haciendo con una prosa virtuosa y clara.
En esta obra ya, como en otras suyas, no necesita modelos reales. Tampoco personajes inventados. Para él inventar no es sino descubrir y poner en movimiento a los que va encontrando conforme avanza en la aventura literaria. Esa “ingenio” es lo que liberó al novelista del aciago presente. Fue esta novela su “vara y su cayado” en la larga travesía del exilio. Cuando Alemania iba cayendo, Thomas Mann se aferró a su novela como se aferró Moisés al cayado en la travesía del desierto. Este universo de José es la antítesis de la Alemania del siglo XX. Los cuatro libros de la tetralogía “Las Historias de Jacob” (1933), “El joven José” (1934), “José en Egipto” (1936) y “José el proveedor” (1943) se adentran en cinco capítulos del Genesis, desde 16 al 20.
Para el escritor español Juan Benet, estudioso de la obra del nobel alemán, se trata de su novela más elaborada y más importante, pese a que ha venido viviendo en un escandaloso e injusto ostracismo. Benet, uno de los padres más importantes de la narrativa española del siglo pasado, lo destaca con argumentos sólidos en su trabajo que con el titulo “La deuda de la novela hacia el poema religioso de la Antigüedad” se ha publicado en el año 2010 en un libro de ensayos bajo el titulo “Ensayos de incertidumbre”. Para conocer el itinerario de esta obra en lengua española hay que tener en cuenta no solo la valoración del autor de “Volverás a Región”, sino también la gran labor de edición y traducción de Jorge Seca para “Ediciones B” que la sacó a la luz a comienzos de este milenio en cuatro tomos.
Fue el mismo Thomas Mann quien, negro sobre blanco, antes de su muerte en 1955, llegó a confesar que, de todas sus novelas, para él, tanto por su contenido como por su largo tiempo de gestación, la más importante y la que más huella le dejó sido “José y sus hermanos”, publicada en años distintos y no muy tranquilos en su vida. Y todo nació en 1924 cuando, Thomas Mann, desencantado de su adhesión al nacionalismo prusiano, afectado por una crisis personal en la que lo religioso fue un hecho de envergadura, decidió viajar por el Mediterráneo y visitar ciudades del Oriente. Uno de sus primeros viajes fue a Sevilla en donde, además de disfrutar de una recordada tarde de toros en la Maestranza, visitó no pocos templos sevillanos. Mann, de confesión luterana nunca desprecio las raíces católicas de su madre.
Obra tan olvidada como desconocida, debería de formar parte del canon literario cristiano por su profundidad, estilo y bagaje cultural. Aquí la ofrezco hoy con el deseo de que encuentre mas lectores entre los creyentes.
Juan Rubio Fernández (jrubiofernandez1982@gmail.com)
Sacerdote, escritor y periodista
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