
La comunidad del Seminario celebraba en la tarde del pasado 7 de abril, la inauguración de su nueva ubicación dentro del complejo de la Casa de la Iglesia.
Durante la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, que invitó a todos a contemplar este traslado como algo más que una simple mudanza: “Podríamos verlo solo como un cambio funcional, una mudanza sin más, pero no. Todo en la vida del discípulo tiene sentido si se vive a la luz de Cristo”.
Asimismo, aludiendo al Evangelio de San Juan, Don Sebastián recordó a los seminaristas que su camino vocacional está llamado a ser iluminado por Cristo, la verdadera luz: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Y añadió: “Si hay un lugar donde estas palabras deben resonar con fuerza, es precisamente en un seminario, donde se forja el corazón de quienes han escuchado: ‘Ven y sígueme’”.
En este sentido, quiso manifestar cuál es el núcleo de la vocacional de cada uno de los seminaristas: “habéis sido llamados a seguirle. Seguirle implica caminar tras Él, pisar sus huellas, asumir su estilo, dejar que su luz ilumine cada rincón de vuestra existencia”.
Don Sebastián recalcó, también, la importancia de una formación centrada en lo pequeño y lo escondido, lejos de triunfalismos y apariencias. “Si no os formáis hoy en la mística de lo pequeño, mañana os frustraréis. Esperaréis una Iglesia de impacto, de visibilidad, de éxito, y cuando os encontréis con la Iglesia que realmente es, quizás os sintáis decepcionados”, advirtió. “Muchos sacerdotes caen, o pueden caer, en el desánimo por esto. Porque no han acogido en su vida la formación para valorar lo pequeño, para descubrir a Dios en lo escondido, para ver la semilla del Reino donde hay pequeñez, sencillez, o solo hay tierra y silencio”.
Además, el Obispo insistió en que los seminaristas no se pueden formar sin contemplar la cruz. “No podéis soñar con el sacerdocio sin abrazar la cruz”. Y matizó: “No me refiero solo al dolor, sino a todo lo que conlleva el verdadero amor: la renuncia a uno mismo; la disponibilidad sin condiciones; la pobreza social de nuestra Iglesia jienense en todos sus sentidos; el cansancio por los otros; la entrega sin ser comprendido; el silencio fecundo; la fidelidad incluso cuando parece que no hay frutos…«

Del mismo modo, el Pastor diocesano subrayó que el nuevo espacio, ahora habilitado para la vida comunitaria, debe ser signo de un nuevo paso interior. “No estáis aquí para instalaros, sino para peregrinar. ¡No busquéis comodidades!”. Para, además, pedir a los seminaristas que sea un lugar donde se aprenda a vivir el Evangelio en lo cotidiano y donde florezca su vocación sacerdotal. “Dejaos transformar. Para hacer de cada habitación, capilla, salas de reunión…, de cada hora de estudio y oración, una experiencia de encuentro con el Señor”. Y continuó: “Que en esta casa nazcan decisiones verdaderas en vuestro corazón, no por emoción, sino por convicción. No por costumbre, sino por fe. No por miedo, sino por amor”.
“Que esta nueva ubicación del Seminario sea hogar donde nazcan pastores según el Corazón de Cristo, discípulos verdaderos, testigos humildes de la Luz en medio del mundo”, aseveró Don Sebastián.
El Obispo concluyó encomendando a la comunidad del Seminario a la maternal protección de María Inmaculada y a la intercesión de San Eufrasio, sus patronos, para que, bajo su amparo, este camino que prosiguen se vea siempre iluminado por la luz de Cristo, guiando con confianza cada uno de sus pasos.
Galería fotográfica: «Nueva ubicación de la comunidad del Seminario»
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