Éxito de asistencia al encuentro de catequistas de la diócesis

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Alrededor de 450 catequistas de la diócesis se reunieron, el sábado 12 de marzo de 2016, en el Seminario, para reflexionar sobre la Misericordia del Señor y experimentar su Amor.

Tras la acogida y la inscripción, los participantes iniciaron el encuentro con una Oración Cuaresmal en la Capilla del Seminario, presidida por el Sr. Obispo, que comentó las lecturas del domingo V de Cuaresma, deteniéndose especialmente en el evangelio de la mujer adúltera personada por Jesús. Además, Monseñor del Hoyo López agradeció  a los catequistas “el tiempo que dedican a evangelizar”, y los animó a continuar con esa tarea.

En un salón de actos abarrotado, Don Enrique Cabezudo, profesor de Sagrada Escritura y párroco de Santa María de Torredonjimeno, explicó, en una conferencia, bajo el título  “El Evangelio de la Misericordia,  que toda la Biblia habla de la Misericordia de Dios, especialmente el Evangelio. Centró su disertación sobre el evangelista Lucas y más concretamente sobre el capítulo 15 de su Evangelio donde se narran las tres parábolas de la misericordia: “La oveja perdida”, “La moneda perdida” y “El hijo pródigo”. El ponente insistió en el contexto en que San Lucas las coloca: «En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publícanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: -Ese acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola…» 

Tras un tiempo de coloquio con los cientos de catequistas que llenaban el salón de actos, tomó la palabra Don Julio Segurado, delegado diocesano de catequesis, y desarrolló la Comunicación, “El Catequista, Misionero de la Misericordia”. Inició su ponencia con la definición de cristiano del Papa Benedicto XVI y trató sobre la relación que el Papa Francisco hace entre misericordia y misión: «Cuando recibimos una bella noticia, o cuando vivimos una bella experiencia, es natural que sintamos la exigencia de comunicarla también a los demás. Sentimos dentro de nosotros que no podemos contener la alegría que nos ha sido donada y queremos extenderla. La alegría suscitada es tal que nos lleva a comunicarla. Y debería ser la misma cosa cuando encontramos al Señor. La alegría de este encuentro, de la misericordia: comunicar la misericordia del Señor. Es más, el signo concreto que de verdad hemos encontrado a Jesús es la alegría que sentimos en el anunciarlo también a los demás. Y esto no es “hacer proselitismo”: esto es hacer un don. Sí, yo te doy aquello que me da alegría a mí. Leyendo el Evangelio vemos que esta ha sido la experiencia de los primeros discípulos…»

  Después de un breve descanso, los catequistas que se dieron cita en el Encuentro acudieron de nuevo a la Capilla. Tras la exposición del Santísimo Sacramento, dio comienzo una hora de adoración en la que hubo muchos sacerdotes confesando. Durante esa hora pudieron reconciliarse con el Señor muchos catequistas. Para alimentar la adoración, el delegado de catequesis realizó un examen de conciencia tomado de la exhortación “Evangelii Gaudium”, en la que el Papa Francisco trata sobre las tentaciones de los agentes de pastoral. También hubo tiempo para un breve testimonio vocacional de un seminarista diocesano. 

Recibida la bendición los catequistas tuvieron la oportunidad de compartir un tiempo de recreo y convivencia durante la comida.       

   Hacia las 4 de la tarde, desde la puerta del Seminario, comenzó la peregrinación a la Catedral de Jaén para recibir la indulgencia del Jubileo de la Misericordia. Presidió la procesión el Señor Obispo, don Ramón. Durante el trayecto, entre cantos, los catequistas fueron turnándose en portar la cruz. Hubo una parada en el Seminario para orar por las vocaciones, y otra en el Camarín de Jesús para pedirle al Señor “que nos convirtamos los cristianos y crezcamos en el seguimiento de Jesús”. 

 A la llegada a la plaza de Santa María, cientos de catequistas se reunieron en torno a la cruz y rezaron la oración del Jubileo de la Misericordia. Después don Ramón introdujo la cruz por la Puerta Santa, y todos los catequistas y sacerdotes pasaron detrás, rezando el Credo. Tras unas oraciones por las intenciones del Santo Padre, los catequistas pudieron acercarse a besar la cruz. El encuentro concluyó un poco antes de las 5 de la tarde.

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