La Capilla del Convento de Santa Clara acogió, en la tarde de ayer, la celebración de envío del misionero Álvaro Montejo como misionero a Ecuador, hacia donde partirá en breve.
La Eucaristía, presidida por el Obispo de la Diócesis, y concelebrada por el Vicario de Caridad y Acción Social, D. Juan Raya, contó con la presencia del director de Cáritas diocesana, Rafael López Sidro, familiares, así como numerosos amigos y compañeros de Cáritas del joven misionero.
Homilía
Durante su homilía, Don Amadeo Rodríguez Magro afirmó que “El Señor siempre nos pide muchas cosas a favor de los más débiles, para que sea el mismo Cristo el que llegue a la carne sufriente de los demás, a través de nosotros. Nosotros somos los pies, los mensajeros que llevan el amor a los más pobres, a los más humildes, a los más necesitados. Nosotros somos sus manos, sus ojos, su corazón, que sufre con los que sufren”.
En este sentido, el Pastor diocesano insistió que “en todo lo que hacemos, en los actos más sencillos, más pequeños, en nuestra acción social, en nuestra acción caritativa, somos unos enviados, somos misioneros, somos aquellos que han sido enviados por Cristo. Somos el símbolo de toda la Iglesia, porque toda la Iglesia, porque todos los cristianos, somos misioneros”. Además, Don Amadeo quiso hacer hincapié en la idea de que “no sería nada esa Iglesia, si además de los apóstoles y sus sucesores no estuvieran la gran multitud de hombres y mujeres de fe que viven la Iglesia y sirven a la Iglesia”. “Hermosa es la Iglesia que envía misioneros laicos”.
Refiriéndose al misionero que en breve emprende viaje a Macas, Ecuador, el Obispo quiso explicar que hay cosas que va a llevar, como son “un corazón fuerte, porque va fortalecido por la gracia de Dios, por el amor de Cristo y con la fortaleza de saber que va enviado por la Iglesia del Señor. Va a encontrar pobreza, muchas necesidades, encontrará carencia, pero a la vez se va a encontrar mucho cariño, mucho amor. Porque en esos pueblos hay mucha capacidad de amor de entrega a los demás”. ”Álvaro, considérate un afortunado, que habéis recibido la llamada del Señor y que andáis por el mundo siguiendo el rumbo de Cristo”.
Al concluir la homilía, el Obispo llamó hasta el presbiterio a Álvaro, a quién encomendó a la protección de Cristo y a la Virgen de la Capilla, y envió como misionero de la Iglesia de Jaén, imponiéndole una cruz de madera como símbolo.
Tras la oración de los fieles, fue la directora del Hogar de Santa Clara fue la encargada de ir leyendo las ofrendas, mientras las iban acercando hasta el altar. Junto con el Pan y el Vino, presentaron ante el altar unas chanclas, como símbolo del camino que van a recorrer en Ecuador; una luz, que simboliza la luz de Cristo. Una mochila, que simboliza las esperanzas con las que esta comunidad envía a Álvaro a Ecuador. Aceite, como símbolo de los alimentos, para que a nadie le falte alimento en su mesa.
Ya en la Acción de Gracias fue Álvaro Montejo, el misionero quien tomó la palabra para mostrar su gratitud. Afirmó que lo que lo mueve es “el amor. Ese amor que procede del Padre y de la Palabra del Maestro”. Pidió a todos los presentes, a la comunidad cristiana de Jaén, la oración por él, y se despidió con un “hasta pronto”.
La Eucaristía contó con la música y las voces de los compañeros de su equipo diocesano de cooperación.