En el domingo de la alegría, las figuras del Belén, se bendicen en la Catedral

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

En el tercer domingo de Adviento, domingo de la alegría, el Obispo diocesano convocaba a los niños a llevar a la Eucaristía de doce de la Catedral de Jaén, los Belenes, Nacimientos o figuras para bendecirlas. Finalmente, y por motivos de causa mayor, fue el Vicario General y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, quien presidió la Eucaristía.

El Vicario General comenzó su homilía, excusando la ausencia del Obispo de Jaén, quien había tenido que acudir a Plasencia, su anterior Diócesis, para acompañar a un hermano sacerdote en el fallecimiento de su madre.

Durante la predicación quiso subrayar el relieve que «el júbilo» adquiere en domingo de Gaudete. «La alegría de Juan el Bautista- explicó el Deán- nos introduce en el clima festivo de este domingo, que nos invita al gozo ante la llegada del Señor». A la vez que resaltó la figura del Bautista, que lejos de querer cobrar ningún protagonismo, se lo cede a quién es el Salvador: «Juan confiesa que no es el Mesías, que está cercano, y ésta es su alegría. Su gozo no estriba en llamar la atención, en ser objetivo de admiración por parte de los demás o ejercer sobre ellos, con su palabra y su ejemplo, alguna influencia. Juan es consciente de que él es un simple testigo, no el protagonista. El protagonista es Jesús. Y sabe que la misión que ha recibido de Dios es señalar al Salvador entre los hombres, no usurpar su lugar».

También quiso destacar la Eucaristía como «fuente de esa alegría que no pasa nunca», para afirmar, «Dios quiere, pues, que estemos alegres y perseveremos, seamos constantes en la oración y en la Acción de Gracias, es decir, en la Eucaristía». Ya que, según sus palabras, oración y Eucaristía, «son dos realidades íntimamente unidas».

Al finalizar la profesión pública de fe y la oración de los fieles, una veintena de niños y algunos adultos se acercaron hasta el altar para recibir la bendición de las figuras y Nacimientos que habían llevado al Templo. El Deán se acercó a ellos, y uno a uno, asperjó agua bendita por los Belenes.

Una tradición que une costumbre y espiritualidad y en la que los niños comprenden la importancia del Belén, con el que se representa que el Mesías nace entre nosotros.

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