
Serían las 10,30 h. de la mañana cuando llegaban los restos mortales de D. Manuel Jiménez Cobo a nuestra parroquia de la Encarnación de Mancha Real. A las puertas del templo fue recibido por nuestro párroco, miembros del Consejo de Pastoral Parroquial, y vecinos, que lo esperaban. Con solemnidad y recogimiento el párroco y D. Cristóbal, su hermano, hicieron una oración por su eterno descanso y se instaló el velatorio a los pies del presbiterio.
Toda la mañana fue un ir y venir de amigos, sacerdotes, vecinos y autoridades de Mancha Real, que se acercaron para rezar por él y dar el pésame a D. Cristóbal y sus sobrinos.
A las 17,00 h. dio comienzo la Eucaristía presidida por nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, concelebrada por su hermano, D. Cristóbal, los párrocos de Mancha Real y una treintena de sacerdotes, compañeros y amigos de D. Manuel, que pudieron acudir a la celebración.
Cómo es costumbre en las exequias de un Presbítero, al comienzo de la celebración, dos de sus condiscípulos colocaron sobre el féretro su casulla de ordenación y el libro de los evangelios, signo del ministerio que durante casi 64 años ha ejercicios D. Manuel.
Emotivas y cercanas las palabras de Don Sebastián para D. Cristóbal y sus sobrinos, agradeciéndoles su dedicación, cariño y cuidados hacia D. Manuel, que, como resaltó el Obispo, demostró su ser sacerdotal, al aceptar por obediencia y amor a la Iglesia, trasladarse en sus últimos días a la Residencia Sacerdotal de la Casa de la Iglesia.
Finalizada la Eucaristía, su cuerpo fue trasladado en procesión, a hombros de los sacerdotes, hasta el coche fúnebre mientras se entonaba el canto pascual.
La última oración a la puerta de La Encarnación despedía los restos de D. Manuel que serían incinerados y depositada la urna de sus cenizas en la Ermita de la Inmaculada, Patrona de Mancha Real, a la que ambos hermanos sacerdotes tienen grandísima devoción desde niños.
Ya hacía años que el Obispo les había concedido a ambos hermanos el permiso para que sus cenizas pudiesen ser depositadas en la Ermita de la Patrona y esperar allí la resurrección.
Descanse en paz el sacerdote fiel y solícito al que el Señor puso al cuidado de su pueblo. Amén.
Comunidad Parroquial de La Encarnación