El Vicario General preside la Eucarística en honor a la Patrona de Instituciones Penitenciarias

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

La Parroquia de Cristo Rey de Jaén acogía ayer, 24 de septiembre, la Eucaristía con motivo de la festividad de Ntra. Sra. de la Merced, patrona de Instituciones penitenciarias.
Dicha Eucaristía, que comenzaba pasadas las 12 horas, ha estado presidida por el Vicario General de la Diócesis, D. Francisco Juan Martínez Rojas; y concelebrada por el Delegado Episcopal de la Pastoral Penitenciaria, D. José Luis Cejudo; y por el sacerdote salesiano y miembro de la Pastoral, D. José Gonzaléz.

Asimismo, han estado presentes la Subdelegada del Gobierno en Jaén, Dña. Catalina Madueño Magdaleno; el Subdelegado de Defensa, el coronel Manuel Ignacio Martín; los Jefes de la Policía Nacional y Local; el Teniente Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén, D. Luis Ortega; el Jefe provincia de la DGT, D. Juan Diego Ramírez; miembros de la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Jaén; el Director de la Prisión Provincial, D. Juan Mesa; así como los voluntarios de la Pastoral Penitencia de la Diócesis.

Homilía
Durante la homilía, el Vicario General ha insistido en que “celebrar la fiesta patronal de un cuerpo es volver a recordar, en el tráfago cotidiano del trabajo y las actividades que nos absorben, el modelo que inspira nuestra labor”. Y continuaba: “En vuestro caso, la Virgen de la Merced es un reclamo para seguir en el empeño constante de enseñar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a ser auténticamente libres”.

Hacía referencia, además, al VIII Centenario de la orden mercedaria. “Nuestra Señora de la Merced nos retrotrae al medievo, al s. XIII, tan importante en la historia de España. Alfonso el Sabio, en plena Edad Media, ya empleaba el término merced relacionándolo con la redención de los cautivos: «sacar a los omes de captivo es cosa que place mucho a Dios, porque es obra de merced». Así empleaba el término para expresar misericordia, gracia, caridad o limosna. Indudablemente, para él, los cautivos son «aquellos que caen en prisión de omes de otra religión»”.

Igualmente, D. Francisco Juan Martínez Rojas, quiso aludir a la carta del Papa Francisco al general de los mercedarios, del 6 de diciembre de 2017. “Esa carta nos sirve también a nosotros en esta fiesta. En ella, tras invitar a dar gracias por los dones recibidos, el Papa señalaba tres puntos”.

En el primer punto hacía referencia a San Pedro Nolasco y hablaba de “la centralidad de la persona. Recuerdo de los que nos precedieron; recuerdo de quienes oran por esta causa”.

En segundo lugar, el Pontífice hacía hincapié en la Santísima Virgen y decía: “Ella se proclama como la «esclava del Señor», y se pone en camino «apresuradamente» (Lc 1,38-39), para llevar la buena noticia del reino a su prima Isabel. Es la respuesta de Dios al clamor del pueblo que espera la liberación (cf. Ex 3,7 y Lc 1,13). Así, es maestra de consagración a Dios y al pueblo, en la disponibilidad y el servicio, en la humildad y la sencillez de una vida oculta, totalmente entregada a Dios, en el silencio y en la oración”.

Finalmente, el Papa se centraba en Cristo e insistía en que “en él damos un salto cualitativo, pues pasamos de los discípulos al Maestro. Como al joven rico, Jesús nos interpela con una pregunta que nos toca profundamente: ¿Quieres ser perfecto? (cf. Mt 19,21; 5,48). No vale un conocimiento teórico, ni siquiera una adhesión sincera a los preceptos de la Ley divina «desde la juventud» (Mc 10,20); sino que Jesús nos mira a los ojos y nos ama, pidiéndonos que lo dejemos todo por seguirle. El amor se aquilata en el fuego del riesgo, en la capacidad de poner sobre la mesa todas las cartas y de apostar fuerte, por esa esperanza que no defrauda. Sin embargo, muchas veces, las decisiones personales y comunitarias que más nos cuestan son las que afectan a nuestras pequeñas y, a veces, mundanas seguridades. Todos estamos llamados a vivir la alegría que brota del encuentro con Jesús, para vencer nuestro egoísmo, salir de nuestra propia comodidad y atrevernos a llegar a toda periferia que necesita la luz del Evangelio. Podemos responder al Señor con generosidad cuando experimentamos que somos amados por Dios a pesar de nuestro pecado y nuestra inconsistencia”.

Tras la Eucaristía, se celebraba un acto institucional en la Subdelegación del Gobierno.

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