La Parroquia de San Juan Bosco de Jaén acogía el pasado martes, 16 de septiembre, la eucaristía con motivo de la inauguración oficial del curso académico. «Esta eucaristía es una oportunidad para que puntualmente, los que en la Universidad somos sal y levadura y vivimos la fe en múltiples comunidades, nos reunamos junto a nuestro Pastor para invocar juntos al Espíritu Santo y reconocernos como compañeros de camino», aseguran desde el Secretariado Episcopal de Pastoral Universitaria.
Dicha celebración, que comenzaba a las 10.30 horas, estuvo presidida por Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López. Concelebraron, además, D. Francisco Carrasco, Capellán de la Pastoral Universitaria; D. Miguel Lendínez, Secretario del Sr. Obispo; y D. Lucas Camino, párroco de San Juan Bosco.
Asimismo, asistieron las autoridades académicas, miembros del claustro de profesores, alumnos y personal de la Universidad de Jaén.
Durante su homilía el Sr. Obispo quiso presentarles una propuesta. «Durante los meses que han transcurrido desde que el Papa Francisco ha accedido a la Sede de Pedro, nos viene proponiendo en varias ocasiones, sobre todo a través de la Carta Encíclica Evangelii gaudium, «una imagen de Iglesia capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un canto adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la perseverancia» (Eg, n. 27). Y añade el Papa en este Documento programático de su pontificado: Esto exige: «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio»(Eg,n.20).
«¿Qué podemos hacer ante esta propuesta, nos preguntamos? ¿Lavarnos las manos, encerrarnos en nosotros mismos y mirar para otro lado? La respuesta es libre y personal. Pero me atrevo a marcar unas breves pinceladas por si pudieran servirles y ayudarles: Lo primero es caer en la cuenta que nos encontramos más que en una crisis de cambios, en un cambio de época, como no pocos aseguran. Ello nos exige discernir, leer la realidad y mirarla de frente, cara a cara. Toda crisis conduce a una renovación y esa renovación comienza en la persona misma. Hemos de mirar a los demás bajo una mirada de fe, con amor y comprensión, no como números u objetos, sino en su dignidad trascendente de hijos de Dios. Nunca aislarnos, ni enfrentarnos, sino encontrarnos y buscarnos. Procuremos escuchar, comprender y valorar las riquezas de los demás, que todos tienen las suyas», continuaba.
Finalmente, el Monseñor del Hoyo quiso proponerles vivir la solidaridad «como elemento fundamental de cercanía y de renovación a cualquier nivel. Compartir es un signo, un gesto, que habla y entienden todos. No habrá nuevo futuro si no aprendemos a ser solidarios. Existe una música muy distinta al lado nuestro, es cierto, pero hoy la sociedad, muchas personas, están ya cansadas de esta música del egoísmo y de la corrupción. Los cristianos hemos de presentar e interpretar con obras el pentagrama del amor y la solidaridad».