Del 5 al 7 de abril en nuestra casa de Espiritualidad de la Yedra “San Juan de Ávila”, en la localidad jiennense de Rus, un grupo de laicos hemos tenido la oportunidad de participar, durante dos días, de los Ejercicios Espirituales ignacianos, acompañados por el Vicario Episcopal de Culto, Espiritualidad y Vocaciones Específicas de la Diócesis de Jaén, Don Raúl Contreras. Y dirigidos por Ángela Galeano, religiosa de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón.
Los Ejercicios comenzaron la noche del viernes con la cena, en la que tuvimos un primer contacto fraterno, para presentarnos e intercambiar inquietudes y expectativas. Acto seguido se dio paso al tiempo de silencio y recogimiento, que se prolongó hasta la celebración Eucarística del domingo.
Los Ejercicios Espirituales se han desarrollado con la meditación de dos textos bíblicos cada día; breves, pero fecundos, siguiendo el hilo conductor de San Ignacio de Loyola. Nos invitan a dejarnos mirar por Él, entrando en un clima de escucha, de interpelación e íntima conexión con el Creador. Cada oración es un encuentro personal con Dios, que nos ayuda a recolocarnos y a dar respuesta a preguntas de gran calado en nuestra vida cotidiana: cómo vengo, de qué manera está Dios en mi vida, cuáles son mis flaquezas, qué quiero cambiar, cómo puedo hacerlo, etc.
Todo un regalo de Dios, que nos reconcilia. Nos hace buscar y descubrir su voluntad; discernir lo superfluo y ser indiferentes con lo innecesario. Nos enseña a mirar el perdón desde Cristo crucificado y sentir que nos ama sin límites, a la vez que contemplamos también su corazón en el sagrario; un corazón que palpita deseoso de nuestro amor.
Terminamos el domingo poniendo el broche de oro con la ceremonia de la Santa Misa, centro de toda la liturgia cristiana, y posterior comida de despedida; pero, con alegría y llenos de fortaleza para desafiar los avatares del día a día.
En nombre todos, agradecer a Raúl y a Ángela su disposición y tiempo. Asimismo, os animo a todos, en la próxima convocatoria de Ejercicios, a vivir una experiencia fructífera, con el deseo de ser corresponsables, en la misión de todo el pueblo cristiano, de llevar la palabra viva del Evangelio, que es Jesucristo. Palabra que siempre se hace presente y nos infunde aliento de vida.
Pidámosle a la Virgen Santísima, que nos auxilie para ser testigos de la luz de Cristo y a decir “SÍ” con confianza y esperanza.
Araceli Moya Ladrón de Guevara
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