El Arciprestazgo de Baeza peregrina para alcanzar el Jubileo de la Misericordia

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

400 fieles, del Arciprestazgo de Baeza, que aúna a las parroquias de Baeza, Begíjar, Campillo del Río, Canena, El Mármol, Guadalimar, Ibros, La Yedra, Lupión, Puente del Obispo, Rus y Torreblascopedro peregrinaron el pasado sábado hasta la Seo de la Natividad de Nuestra Señora para alcanzar el Jubileo de la Misericordia.

La peregrinación se inició a las 10 de la mañana con un rato de meditación con exposición del Santísimo y con la celebración del Sacramento de la Penitencia en la Iglesia de San Ignacio, modelo de santidad para nuestro caminar.

A las 12 del mediodía, y tras el rezo del Regina Coeli en el arco de la puerta de Ubeda, junto al cuadro de la Encarnación, se inició la peregrinación para atravesar la Puerta Santa Jubilar. Durante la procesión, presidida por el Sr. Obispo, Don Ramón del Hoyo, hubo una parada en la iglesia de la Santa Cruz. Allí se recordó a los mártires actuales, contemplando los frescos de Santa Catalina y San Sebastián, que recuerdan «que quien pierda su vida la ganará». A continuación, la peregrinación siguió su curso hacia la Puerta Santa, al tiempo que se cantaban las letanías y se alababa al Dios de la Vida, al Dios de la Infinita y Divina Misericordia.

En la celebración de la Eucaristía, presidida por el Obispo de la Diócesis, también estuvieron presentes los párrocos de las distintas localidades congregadas a este Jubileo, así como otros sacerdotes de la Diócesis y el Vicario General, a la sazón, Deán de la Catedral de Baeza.

Durante su homilía, el Sr. Obispo quiso reflexionar en la fiesta de la Divina Misericordia, sobre la paciencia infinita que Dios tiene con los hombres, y para ello puso como ejemplo al apóstol Tomás, quien en un primer momento no creyó en la Resurrección de Cristo. Don Ramón del Hoyo lo expresa así «Santo Tomás experimenta precisamente esa misericordia divina, que toma rostro concreto: Jesús de Nazaret, Jesús Resucitado. No se fió este Apóstol de lo que le dijeron sus compañeros: «Hemos visto al Señor». No le bastó la promesa y anuncio de Jesús: «Al tercer día resucitaré». Quiere ver, quiere tocar, meter su mano en la señal de los clavos y del costado. La reacción de Jesús fue tener paciencia. Le dio una semana de plazo a Tomás, no le cerró la puerta en su incredulidad. Siempre hemos de confiar en esa paciencia del Dios misericordioso».

El Obispo diocesano también apeló durante su homilía «a la valentía, por nuestra parte, de volver a Dios, sea cual sea el error, sea cual sea el pecado que haya penetrado en nuestro ser, en nuestra vida».

La Eucaristía concluyo con la lectura del siguiente manifiesto como expresión y deseo de querer seguir celebrando de este modo el jubileo.

MANIFIESTO:

En plena celebración del año jubilar de la misericordia convocado por el Papa Francisco, manifestamos nuestra máxima gratitud al Señor rico en Misericordia; y lo manifestamos solemnemente este domingo de la Octava de Pascua, domingo de la Divina Misericordia, con el único deseo de ser misericordiosos como nuestro Padre Celestial es Misericordioso.

Junto al Santo Padre nos unimos para gritar «misericordia quiero y no sacrificio» como escribió el evangelista Mateo. Manifestando con claridad la necesidad de experimentar primero la misericordia para posteriormente poder anunciarla. De esta manera manifestamos dos deseo:

1. Vivir en nuestras comunidades el Perdón: Señalando como primordial forma de vida la conversión, concretada en la celebración del sacramento de la reconciliación. Para ello cada parroquia manifiesta tener el compromiso de un horario disponible y concreto, visible para esta celebración.

2. Anunciar valientemente este amor a los demás con nuestras obras de misericordia, poniendo nuestro acento en los más pequeños, mediante la catequesis; en los pobres, mediante nuestros grupos de caridad, corrigiendo nuestras prácticas parroquiales en todo aquello que no potencie ni desarrolle esta labor; en los enfermos, promoviendo la oración y las visitas más frecuentes, por y con ellos.

Manifestamos nuestra repulsa a las heridas de este mundoy manifestamos nuestro compromiso dentro de nuestra posibilidades en colaborar y ayudar a nuestros hermanos más necesitados, allí donde se encuentren. A la vez, rezaremos de un modo especial nuestros hermanos perseguidos por ser misericordiosos como nuestro Padre Celestial es Misericordioso. Por último, manifestamos como el Santo Padre, que la mejor imagen es la de Virgen María; «Misericordia encarnada» «icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada».»Por este motivo, este año podremos nuestra mirada en aquellos santuarios que más cerca estén de nuestras comunidades parroquiales. Manifestando nuestro amor a la nuestra Madre con el rezo del rosario y peregrinando a estos lugares de manera comunitaria y personal.

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