El Domingo más importante del calendario litúrgico, el de la Resurrección de Cristo, se celebró con gran solemnidad en la Catedral de Jaén, con una Eucaristía presidida por el Obispo.
Alrededor de 300 personas, el aforo completo del templo en este tiempo de pandemia, quisieron participar de la celebración de la Resurrección que da sentido a la fe cristiana.
Después de una Vigilia Pascual, que contó con mucha participación, en el día del Señor también se reunieron en torno a la mesa del altar muchos fieles que quisieron vivir en comunidad la Pascua.
El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, estuvo acompañado del Vicario General y Deán de las Catedrales, así como de algunos canónigos y de los seminaristas, que a lo largo de toda la Semana de Pasión han participado en las celebraciones de la Catedral.
Las lecturas estuvieron participadas por los fieles y el evangelio lo proclamó el diácono, Antonio Blanca.
El Prelado del Santo Reino comenzó su homilía felicitando la Pascua a todos los que, de manera presencial o a través de los Medios de Comunicación, participaban en la Misa.
Haciendo alusión a las palabras del Evangelio, ‘ Vio y creyó’, Don Amadeo pidió a los fieles que hagan vida la resurrección de Cristo: «Debemos ir al mundo a anunciar el Evangelio. Jesús vino al mundo ha vivido entre los hombres y ha dejado la esencia del amor de Dios, por lo que nosotros debemos proclamad que el crucificado ha resucitado», afirmó Don Amadeo. En este sentido explicó que «la Resurrección es ya es para nosotros, para que la compartamos para que la situemos en el mismo itinerario de Cristo, alejando de nuestra vida todo aquello que nos separe del amor de Dios y vivir en Cristo resucitado».
A la vez subrayó esa misma idea: «La vida de un Cristiano es la de aquel que vive en Cristo resucitado. Debemos confesar con fuerza y alegría que Cristo ha resucitado. Feliz Pascua de resurrección porque hemos resucitado con Cristo y tenemos toda la Pascua para acercarnos a Él y que entre en nuestro corazón y cambie nuestra vida», concluyó el Obispo.
Después, junto con la confesión de fe, Don Amadeo asperjó agua bendita sobre los presente en recuerdo del bautismo, inicio de la vida del cristiano.
La celebración trascurrió con solemnidad, acompañada al órgano por D. Alfonso Medina y las voces de su coro.
Antes de finalizar, el Prelado impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria para todos los que habiendo participado de los misterios pascuales, habiendo confesado y comulgado, vivan en comunión con la Iglesia y alejados del pecado.