
El Sábado Santo ha comenzado en el coro de la Catedral de Jaén con el Rezo de Laudes. Una jornada de profundo silencio, ante el misterio de la sepultura del Señor. Un día para acompañar a María en su dolor, alimentando la esperanza en la resurrección de Cristo.
Asimismo, a las 22.30 horas, la Vigilia Pascual ha reunido en la noche santa a numerosos fieles en el primer templo diocesano, para celebrar, con gozo y esperanza, que la luz ha vencido a las tinieblas, que Cristo ha resucitado.
En el interior del templo, junto a la Puerta del Perdón, se encontraba el brasero que contenía el fuego nuevo que bendecía el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez. Posteriormente, tras la incisión de la cruz, del alfa y el omega y de los otros signos en el Cirio, incrustó los cinco granos de incienso, en recuerdo de las llagas del Señor. Culminaba el rito encendiendo el Cirio Pascual, símbolo de la vida y la resurrección.
Con el Cirio encendido, el diácono permanente D. Manuel Rico encabezó la procesión hasta el presbiterio, con el templo totalmente a oscuras. Lo seguía un seminarista con el báculo, el Obispo, algunos Canónigos de la Catedral, y otros sacerdotes, los seminaristas, los ministros y los niños que iba a recibir las aguas del bautismo, junto con sus padres y padrinos. Cerraba la comitiva los fieles reunidos en esta solemne celebración.

De camino hacia el altar mayor se entonaba tres veces «Luz de Cristo», mientras se levantaba el Cirio. En el primer canto, el Obispo encendía su candela. Tras entonar el segundo, uno a uno, todos los congregados encendieron las suyas. Una vez en el presbiterio, se pronuncia el tercer «Luz de Cristo», mientras se encendían algunas luces del templo y el Cirio Pascual se instalaba junto al ambón.
El Deán de las Catedrales de Jaén y Baeza, D. Francisco Juan Martínez Rojas, fue el encargado de cantar el pregón Pascual. Le siguieron siete lecturas, con sus salmos. A continuación, con el canto del Gloria se encendieron todas las luces del templo y los seminaristas vistieron la mesa del altar. Después, las campanas volteraron, anunciando que Cristo ha resucitado. Tras la lectura de la Epístola, se entonaba el Aleluya. Y, finalmente, el diácono permanente Manolo Rico proclamaba el Evangelio de San Lucas.
De forma especial, participaron en esta celebración la primera comunidad del Camino Neocatecumenal en Jaén, que completan su itinerario de preparación. Fueron los propios neocatecumenales los que acompañaron toda la liturgia con sus cantos.

Homilía
El Obispo quiso comenzar su homilía recordando el sentido profundo de la Vigilia Pascual: «Esta es la noche santa, la más sagrada de todas las noches. Esta es la noche en la que Cristo, rompiendo las ataduras de la muerte, resucitó victorioso del sepulcro. Esta es la noche que nos devuelve la vida, que nos arranca de las tinieblas y nos hace caminar en la luz. Esta es la noche donde todo cambia: el dolor se transforma en gozo; la cruz, en triunfo; y el sepulcro, en fuente de vida».
Asimismo, Don Sebastián quiso hacer alusión a las palabras de la primera carta de San Pablo a los Corintios, la confesión más antigua y más importante de la fe cristiana: «“Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; se apareció a Cefas, y luego a los Doce…” ». Para subrayar que «este es el corazón del cristianismo: la resurrección del Crucificado».

Además, recordó que «esa fe no nació de la tumba vacía. Nació del encuentro». Para añadir: «Hoy celebramos una irrupción de Dios en nuestra historia. Dios ha intervenido. La muerte ha sido vencida. El pecado ha sido redimido. Y la esperanza ha sido abierta para todos».
Del mismo modo, el Pastor diocesano, haciendo referencia al Evangelio de San Lucas, sobre el relato de las mujeres que acuden al sepulcro, subrayó que: «La piedra más pesada de todas, la de la muerte, ya ha sido removida por Cristo». En este sentido Don Sebastián quiso invitar a los fieles a reflexionar sobre nuestras propias piedras, en lo que creemos perdido, en nuestras heridas… «Y ahora escuchemos la voz que retumba en el alma: “No temáis. Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí”. Esa tumba vacía es la señal: ¡La vida ha vencido!» Y continuó: «Pidamos a María que nos ponga con su Hijo Resucitado. Que nos dé la gracia de recibir su consuelo. Que sepamos descubrir las piedras que ya fueron corridas por Él, y las que todavía debemos confiarle para que las mueva».
Monseñor Chico Martínez quiso felicitar, también, a la primera comunidad Neocatecumenal de Jaén, que en la celebración ha concluido su largo itinerario de fe, con la renovación de las promesas bautismales. «Los vemos revestidos con la túnica blanca de los bautizados, signo de la vida nueva en Cristo, al alcanzar con gozo la meta de un camino que ha durado más de cuarenta años. Nos unimos a su alegría y damos gracias a Dios por la obra que Él ha realizado en ellos». Además, les recordó que esta culminación «no es un punto final, sino el comienzo de una nueva etapa en vuestra vida de fe. Con la madurez en la fe que habéis alcanzado, estáis llamados a ser, más que nunca, testigos del Resucitado en medio del mundo».
Para concluir el Obispo ha añadido: «que en nuestro corazón resuenen siempre estas palabras que lo cambia todo: ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! ¡Aleluya!».

Sacramento del Bautismo
Tras la homilía, el diácono permanente portó el Cirio Pascual hasta la pila bautismal, donde Don Sebastián bendijo el agua. Allí se bautizó a los dos pequeños: Fernando, Pedro y Ana.
A continuación, los fieles que estaban participando en la Vigilia Pascual renovaron las promesas bautismales. Se unieron, de manera significativa, y en el altar, la comunidad del Camino Neocatecumenal que ha culminado su itinerario de preparación. Y, con las candelas encendidas, al igual que el día de su Bautismo, el Obispo fue asperjando a todos los presentes.
Posteriormente, en la oración de los fieles se pidió de manera especial por Fernando, Pedro y Ana, que acaban de recibir el Bautismo, y por sus padres y padrinos. Las ofrendas fueron presentadas ante el Obispo las familias de los neófitos.
Tras la bendición final, el Obispo quiso desear una feliz Pascua de Resurrección a los fieles y felicitar a las familias de los niños recién bautizados, por el sacramento recibido. Del mismo modo, ha querido tener palabras de cariño para la comunidad del Camino Neocatecumenal. La celebración culminaba cantando el Regina Coeli y unas fotos de familia.

Galería fotográfica: «Vigilia Pascual 2025»
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