Con el octavo centenario de la Aparición en el horizonte, el Obispo preside la Eucaristía en el Santuario

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

El calor sofocante de la canícula no aminoró la devoción de las miles de personas que se dieron cita en el corazón de Sierra Morena para conmemorar el 798 aniversario de la Aparición de la Virgen de la Cabeza al pastor Juan Alonso de Rivas, la noche del 11 al 12 de agosto de 1227. Un hecho milagroso que fue el inicio de una devoción universal, que de manera particular se vive en Andújar y en toda la provincia de Jaén.

En una solemne celebración, presidida por el Obispo de Jaén, Monseñor Chico Martínez, que estuvo acompañado por el Provicario General de la Diócesis, D. José Antonio Sánchez Ortiz; el Rector el Santuario, el padre trinitario, D. Luis Miguel Alaminos; el Arcipreste de Andújar, D. Carlos Moreno; así como un numeroso grupo de presbíteros diocesanos y trinitarios.

Este año, y a petición de la Cofradía Matriz, la imagen de la Santísima Virgen de la Cabeza ha lucido en su talla original, despojada de sus tradicionales atributos, y que como la noche de la Aparición, refulgía con luz propia en la noche estrellada de este caluroso agosto.

A lo largo de la tarde, fueron muchas las personas que quisieron venerar a “la Morenita” acudiendo hasta sus plantas en el pequeño camarín que la cobija. Poco antes de las 11 de la noche fue traslada por sus anderos hasta el altar efímero al aire libre, donde se iba a celebrar la Eucaristía, mientras doblaban las campanas y una lluvia de pétalos cubría la imagen de la patrona de Jaén.

La celebración contó con la participación de miembros de la Cofradía matriz, con su presidente a la cabeza, Manuel José Gómez y de otras cofradías filiales. Así como con la participación de algunos diáconos permanentes.

En su homilía, el Obispo comenzó recordando ese horizonte de 2027, que será un año jubilar para la Iglesia diocesana: “Como cada año, en este lugar santo, nos convoca la Virgen de la Cabeza, nuestra Patrona, en el día en el que la Iglesia recuerda su Aparición a Juan de Rivas, el pastor de Colomera, en aquella noche del 11 al 12 de agosto de 1227. Desde entonces, su presencia maternal ha marcado la historia de nuestra tierra, no solo de Sierra Morena, si no de Andújar, de toda nuestra Diócesis de Jaén, de toda Andalucía y de todos aquellos lugares del mundo donde un jienense ha hecho presente y ha llevado en su corazón esta gran devoción de la Morenita, llevando consuelo y esperanza a generaciones enteras de cristianos”.

Para, después seguir recordando la maternidad divina de María, que nació de una entrega plena a la voluntad de Dios: “Y lo hace en este Año Jubilar de la Esperanza, en el que conmemoramos la Encarnación de Jesucristo, acontecimiento por el que Dios se hizo cercano a la humanidad para siempre, a través de una mujer, de María, la joven de Nazaret, para abundar en el sentido de la esperanza. “Una Madre que nos alienta y nos fortalece en nuestra esperanza. En nuestro tiempo, marcado por la prisa y el ruido, esta actitud mariana es un antídoto contra la superficialidad. Nos recuerda que la esperanza se alimenta en el silencio orante, en la escucha atenta de la Palabra, en el discernimiento sereno de cada momento”.

Del mismo modo, el Prelado jiennense no quiso pasar por alto el gesto de presentar a la Virgen de la Cabeza despojada de atributos, para darle un sentido profundo a esta apariencia humilde de la Madre de Dios: “este año, de manera extraordinaria, contemplamos su talla completa, despojada de sus atributos: sin los ornamentos ni la vestimenta tradicional, sin el esplendor de sus mejores galas. Podría parecernos una imagen empobrecida, pero en realidad es un signo profético. Nos invita a mirarla como es: la joven de Nazaret, sencilla y humilde, que se fía totalmente de Dios». Para proseguir, “Este despojo de sus vestiduras nos recuerda que María se entregó sin reservas, y que incluso entregó a su propio Hijo para que toda la humanidad tuviera vida. No guardó nada para sí, todo lo puso en las manos del Padre. Así cumple su voluntad, como nos pide el Evangelio, y se convierte en la verdadera Madre de todos”.

Don Sebastián no quiso en esta noche de fervor olvidar a los que sufren, de manera particular a los que viven en territorio de conflicto armado y de guerras, para poner a tantas personas bajo el manto y el consuelo de la Virgen de la Cabeza: “Vivimos en un contexto global marcado por guerras, especialmente en Ucrania y en Gaza, por la polarización social que alimenta la intolerancia de fe, de culturas, de estado de vida…, por la incertidumbre económica, por la sombra de la mentira, y un creciente desencanto, especialmente entre los jóvenes. Muchos se sienten como si caminaran en un desierto sin horizonte. En este escenario, resuenan con fuerza las palabras del Papa León XIV en el Jubileo de los Jóvenes, hace unos días en Roma: “Nuestra esperanza es Jesús… y no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Homilía,  del Papa León XIV el 3 de agosto de 2025).

Para concluir sus palabras, el Obispo del Santo Reino, puso la Iglesia diocesana y a sus gentes bajo el manto protector de los que consideran a María, bajo la advocación de la Cabeza, madre suya: “Queridos hermanos: la Virgen de la Cabeza, Madre de la Esperanza, es faro en nuestro presente. Ella nos enseña que la verdadera grandeza está en cumplir la voluntad de Dios, en acoger y compartir el don de Cristo, en vivir con un corazón limpio que espera sin desfallecer. Pidámosle que, desde Sierra Morena, siga velando por nuestra Diócesis, por nuestra Iglesia universal, por nuestras familias y por todos los que la invocan. Que nos haga, como decía el Papa León XIV, “señales de un mundo diferente, construido con diálogo, amistad y paz”.

Al finalizar con el acción de gracias, leído por el Presidente de la Cofradía matriz, la Virgen fue procesionada por las calzadas y el poblado, rememorando aquella noche bendita de su Aparición, que sin duda, marcó la historia de la Iglesia de Jaén.

Homilía del Obispo de Jaén en la Aparición 2025

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