Carta Pastoral ante el Año Jubilar de Nuestra Señora de Alharilla

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

Queridos fieles diocesanos, queridos devotos de María Santísima de Alharilla.

Con esta carta me dirijo a todos los cristianos de la Diócesis de Jaén, de modo especial a los de la ciudad de Porcuna, con motivo del Año Jubilar que la Santa Sede ha concedido con ocasión del 775 Aniversario de la Aparición de la Santísima Virgen de Alharilla en la aldea que lleva su nombre.

Está históricamente comprobada la existencia del culto mariano en España antes de la invasión musulmana del 711. Y concretamente, en Porcuna nos encontramos en uno de los lugares de culto mariano más antiguos, no solo de Andalucía, sino de España.

Como sabéis, en el derribo de un arco en 1885 se pudo constatar una inscripción visigótica de finales del siglo VI, donde se hace referencia a la cella Mariae –la capilla de Santa María-, situada en la finca Vallis, en las afueras de la ciudad. El nombre latino de esa finca, arabizado durante la ocupación musulmana, derivó en el actual nombre de Alharilla. Y, cuando Porcuna volvió a ser cristiana, sus hijos volvieron a venerar en este lugar a la Madre de Dios como había sucedido siglos antes, llamándola María Santísima de Alharilla.

Según la tradición, el 25 de marzo de 1248, la Virgen se apareció a unos pastores que cuidaban el ganado y escucharon una voz celestial que decía: «He aquí la Madre de Dios». Entre otras interpretaciones, Alharilla significa “lugar agradecido, frondoso, con vida”. Y, así lo han experimentado desde entonces y hasta nuestros días los hijos de Porcuna y de tantos otros lugares que hemos acudido a este santo lugar para encontrar el agua que da vida, que calma la sed y de donde brota la gracia divina. Con razón, podemos celebrar este Año Jubilar por estos 775 años de gracia, años de bendición; por tantos siglos sintiendo a la Santísima Virgen de Alharilla como «cuna de valor y fe».

Un Año Jubilar es una gracia extraordinaria del Señor que debe vivirse con profunda fe y con deseo de santidad. Es una invitación abierta a todos los cristianos y también a los que se encuentran distantes en la fe pero desean volver de nuevo a la vida cristiana. Durante el Año Jubilar, la Iglesia concede la indulgencia plenaria, que es una gracia que nos ayuda a hacer camino con la voluntad de convertirnos y reconciliarnos con Dios. Nos otorga el perdón de nuestros pecados y la gracia de borrar las consecuencias del mal, es decir, las penas que merecen esos pecados; nos habilita a obrar con caridad y a crecer en el amor. Esta gracia también puede ser aplicada a los difuntos como signo de amor hacia ellos.

Un requisito indispensable en un Jubileo es la peregrinación al lugar santo, que en este caso, tiene concedido el privilegio para poder lucrar las indulgencias plenarias donde se halle la imagen de la Virgen de Alharilla. Ante Ella hemos de ir como peregrinos de la fe y de la esperanza para encontrar en su Hijo las gracias que nos concede, con las condiciones que la Iglesia nos propone para ganar el Jubileo.

En esa peregrinación, después de haber caminado, y una vez examinada nuestra situación delante del Señor, llegaremos ante la dulce mirada de nuestra Madre. Y allí, curados por el Buen Samaritano, Nuestro Señor Jesucristo, aplicará en las heridas del corazón el aceite de la misericordia y la alegría del vino nuevo, mientras nos dejamos acariciar por las manos de la Santísima Virgen de Alharilla, que maternalmente nos abre las puertas de la Casa del Padre, nos lava los pies sucios por el polvo del camino, nos reviste con la túnica nueva del perdón y nos prepara la mesa para celebrar con su Hijo la Eucaristía.

Que esta sea una ocasión propicia para el crecimiento de nuestro amor sincero a la Virgen María, que tiene que ser un elemento esencialen esta renovación espiritual que necesitamos hoy en nuestro mundo, en nuestra sociedad. Mirémonos en Ella, como el espejo de todos los creyentes, como el ideal de nuestra Iglesia, como el modelo elocuente de nuestra vida cristiana. Necesitamos acudir a nuestra Madre, la Virgen de Alharilla, no para tranquilizar nuestra conciencia, sino para preguntarle sinceramente: Madre, ¿qué quieres de mí?; Madre, muéstrame el fruto bendito de tu vientre, que quiero parecerme a Él. 

Felicito de corazón y muy sinceramente, al párroco de Porcuna y a los miembros de la Real Cofradía Matriz de Ntra. Sra. de la Alharilla por vuestra dedicación y entrega generosa. Sé que estáis preparando, con mucho cariño, este gran acontecimiento tan importante para vuestra ciudad, una efeméride que viviremos pronto con mucha ilusión.

A todos los jiennenses que tienen a la Santísima Virgen de Alharilla como su abogada y protectora, os animo a vivir este tiempo de gracia, el Año Jubilar, y a uniros a las diferentes actividades que se van a realizar.

La Virgen nos convoca el próximo 25 de marzo, en el Santuario de Alharilla, para celebrar la Santa Eucaristía de la apertura del Año Jubilar, que se clausurará el 1 de mayo de 2024.

Santísima Virgen de Alharilla,
Madre de Dios y Madre nuestra;
acudimos a ti para dar gracias a Dios

durante este Año Jubilar.

Que este tiempo sea un año de gracia,
de verdadero júbilo y de fe sincera,
de renovación personal y pastoral
y de crecimiento en la comunión,
que nos aliente a salir juntos a la misión,
para llevar a todos la alegría del Evangelio.

Te pedimos, Madre de Dios,
que socorras al que sufre,

alivies a los pobres y afligidos,
protejas con ternura a las familias,
guíes a los sacerdotes y religiosos,
cuides la vida de los niños,
ilumines el camino de los jóvenes
y asistas constantemente a los ancianos.

Ayúdanos, Madre nuestra,
a mirar el pasado con gratitud,
a asumir el presente con valentía,
y a construir el futuro con esperanza
como auténticos discípulos de tu Hijo.

Santa María,
Reina de Alharilla Coronada
y Señora de nuestra vida,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

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