“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”.
A buen seguro que, después de leer este texto, el perspicaz lector pudiera inferir que es un texto reciente, y referido al tiempo presente. No es así, aunque lo parezca. Se trata del primer párrafo de “Historia de dos ciudades”, novela escrita por Charles Dickens hace ya más de 150 años. Fue escrita en fascículos y publicada íntegra por la editorial londinense “Chapman Hall” a finales de 1859. Y si traigo a colación este sublime arranque, uno de los más bellos de la literatura universal, es solo para hablar, una vez más, de la grandeza de la literatura, ese universo de la ficción en el que habita “la verdad de las mentiras”. Tiempo y Espacio se dan la mano en la ficción y lo hacen con un lenguaje que va más allá de las propias coordenadas espacio temporales, trascendiéndolas. Y en esas claves me muevo para recomendar estas diez novelas de mi “canon literario personal”. Y lo hago a propósito de lo que sigue.
Hace poco, a finales del mes de junio, en uno de los pocos programas culturales de la emisora radiofónica pública “Radio 5, Todo Noticias”, me pidieron que respondiera acerca de cinco novelas de la literatura universal que, en caso de naufragio, yo me llevaría a una isla (la ya típica, por tópica, pregunta de siempre). Fue una pregunta a bocajarro y que debía responder en directo, y media hora después. Traigo aquí, además de las cinco novelas que dije a vuelapluma, otras cinco más que también hubiera dicho si me hubieran pedido diez, y no cinco. Sin orden de preferencia las traigo aquí, y como sencilla sugerencia, y también como respuesta a quienes algunos, no muchos amigos, también en el clero, “rara avis” en los predios de la literatura de ficción, me piden los aconseje. Voy a ello comenzando con la referida y con unas breves líneas justificativas.
- “Historia de dos ciudades” (1859), de Charles Dickens, novela ya mencionada y cuyo contenido queda dicho en el párrafo inicial.
- “Los Miserables” (1862), de Víctor Hugo. Se trata de un monumento literario al gran debate del Bien y el Mal. Es uno de los alegatos literarios más destacados en defensa de los oprimidos. En los 14 primeros capítulos del Libro Primero, y como clave para entender la novela entera, va el perfil humano y sacerdotal del Obispo de Digne. La clave queda dicha por el protagonista en esta frase: “La diferencia entre la puerta de un médico y la puerta de un sacerdote es que la del médico no debe estar nunca cerrada y la del sacerdote siempre ha de estar abierta”.
- “Guerra y Paz” (1865-1869), de León Tolstoi. Una gran enciclopedia de Historia, Sociología, Religión, Política, Psicología y Economía. En ella destaca con maestría, por su importancia, tanto en la descripción del campo de batalla, como en la sublime mirada de Napoleón al herido soldado Bolkonsky. Novela moral y psicológica, además de histórica y social.
- “Los Buddenbrook” (1901), de Thomas Mann (1901). Primera novela del escritor alemán por la que le fue concedido en 1929 el Premio Nobel de Literatura. Una intensa y extensa saga familiar para conocer la Historia de Alemania de finales del XIX, con claves para el siglo XX.
- “Fortunata y Jacinta” (1887), de Pérez Galdós. Integrada en el ciclo de novelas contemporáneas presenta una rica radiografía del alma de una ciudad, no ajena a modelos actuales.
- “La Regenta”. (1884-1885), de Leopoldo Alas, “Clarín”. Junto a la anterior, y en los mismos parámetros, es una las más importantes novelas españolas. Novela aconsejada para clérigos poco habituados a las lecturas de ficción.
- “Lord Jim” (1900), de Joseph Conrad. En ella se abordan los grandes temas de la Humanidad en el paradigmático protagonista. Novela más psicológica que de aventuras, como lamentablemente se le califica. Fue la primera novela publicada en el siglo XX.
- “Los Maia” (1888), de Eica de Queiroz. Espejo de una época,” La Renaixença” en Portugal, y su reflejo en la España de la Restauración. Apasionante mapa humano y social con ideas embrionarias de futuro.
- “La marcha de Radetzky” (1932), de Joseph Roth. Es la novela de ficción que mejor retrata el gran cambio de época con la caída de la dinastía austro húngara.
- Y, por último, y unida a la anterior novela, el libro que mejor refleja esa época, y último de estas recomendaciones: “El mundo de ayer”, de Stephan Zweig. Publicada en 1942 tras el suicidio de su autor.
Les deseo un buen descanso con lecturas, pero no olviden que hay tres verbos que no admiten el imperativo. Y esos son los verbos “Amar, Leer y Soñar”.
Juan Rubio Fernández
Sacerdote, escritor y periodista
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