Personas sin Hogar, miembros del Secretariado de Migraciones, voluntarios de Jaén Acoge… llevaron hasta los pies del altar de la Parroquia de Santa María Magdalena carteles con las palabras que este año recoge el lema para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado: «acoger, proteger, promover e integrar». Así daba comienzo la Eucaristía con la que se conmemoraba esta Jornada que tiene como centro a los emigrantes y refugiados. A la misma, asistieron miembros de numerosos colectivos como el Proyecto Rajab, de la Institución Teresiana; Jaén Acoge; el Secretariado de Migraciones; Red Jaén ciudad abierta. Del mismo modo, fueron muchas personas, que han encontrado en Jaén un asidero donde refugiarse e iniciar una nueva vida, las que quisieron participar en esta celebración. Personas que dejaron sus países de origen huyendo del hambre, de las guerras, de las persecuciones políticas… y comenzar de nuevo. Inmigrantes y refugiados, algunos con distinto Credo, que quisieron reunirse en torno al altar.
La celebración eucarística estuvo presidida por el Vicario de Acción Social y Caridad, D. Juan Raya y concelebrada por el párroco de La Magdalena, D. Agustín Rodríguez.
El Evangelio del día, fue leído, antes de que lo proclamara el párroco de Santa María Magdalena, en inglés y francés. Una forma de acercar la Palabra de Dios a las personas que no conocen bien el castellano, presentes en la celebración.
Antes de la homilía, varias familias ofrecieron su testimonio de vida. Una, había huido de Venezuela, debido a la situación política y social tan grave que vivía en su país; otra de El Salvador, que llegó hasta Jaén con lo puesto, debido a amenazas contra su vida y la de su mujer y sus dos pequeño hijos. Testimonios cargados de sentimiento, que conmovieron a los asistentes por lo desgarrador de sus vivencias hasta encontrar un nuevo hogar y el calor de la amistad en un país extranjero.
Por su parte, el Vicario de Acción Social y Caridad, D. Juan Raya, en su homilía, hizo referencia a las Lecturas que se habían proclamados en la Liturgia de la Palabra. Y recordó que la emigración y el refugiado no es algo nuevo de nuestro tiempo, sino que se ha dado en todos los tiempos, a lo largo de la Historia. En referencia expresa a la primera Lectura, D. Juan Raya, explicó, que como ayer llamó a Samuel, «Dios sigue hoy llamando para la misión, en esta tarea tan bonita que es acoger, proteger, promover e integrar a personas que vienen de fuera». A la vez recordó que hay 280 millones de personas fuera de sus casas, 60 millones de refugiados, «que tuvieron que salir de su tierra porque le iba la vida en ello. Gente que necesita ser acogida, gente que necesita manos abiertas». Para seguir explicando que «Estas personas que llegan a nuestros pueblos y ciudades no vienen a quitarnos trabajo sino a aportar a nuestra sociedad. Las migraciones, a lo largo de la Historia han enriquecido, han aportado allá donde han ido llegando».
En el ofertorio, junto al Pan y el Vino, llevaron al altar un corazón, como símbolo de acogida, entrega y apertura a aquellas personas que llegan a los distintos países para iniciar una nueva vida. Ropa, como símbolo de protección, para aquellos que vienen sólo con lo puesto; Un arcoíris, «que es la sonrisa de Dios», que quiere a todos sus hijos por igual. símbolo de unidad en la diversidad. Y también unas manos entrelazadas que pretende significar integración.
La celebración contó con la participación del coro de la Parroquia.
Al finalizar la Eucaristía tuvo lugar, en las instalaciones parroquiales de Santa María Magdalena, una comida compartida. Con alimentos que aportaron todos los que quisieron participar en esta Jornada. Comidas de distintos lugares, que fueron lazo de unión entre los asistentes.