Un año de gracia y solidaridad

Tras la lectura del Mensaje de Navidad, el pasado 23 de diciembre, el Obispo no tuvo inconveniente en responder a los periodistas presentes que le pidieron un pequeño balance de lo vivido a lo largo del pasado año 2013, en el que destacó el acontecimiento eclesial de la sucesión en la Sede de Pedro y la generosidad de quienes, con mucho esfuerzo, están amortiguando la tragedia de la crisis en muchas familias de nuestra diócesis.

El año 2013 será recordado, sin duda, por la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección de su sucesor, el papa Francisco. Ha sido un gran acontecimiento para la Iglesia, tanto por el gesto de humildad y coherencia de Benedicto XVI, como por el estilo nuevo que imprime un papa venido de América Latina, su estilo sencillo y su gran capacidad de comunicación que permite que su mensaje esté llegando a tantas personas.

Este acontecimiento marcan sin duda el año 2013 en un sentido más global, pero también nosotros, de forma local, hemos vivido momentos importantes como el desarrollo de los actos centrales y la clausura del Año de la Fe, que ha contado con vivencias muy hermosas. Dentro de mi servicio pastoral en esta diócesis uno de los grandes momentos que recordaré siempre fue la Solemne Proclamación de la Fe en La Rábida, dentro de un ambiente tan festivo y auténtico y en donde participaron personas de toda la diócesis, al igual que otras iniciativas en las parroquias o en otras realidades eclesiales como las hermandades.

Ha sido también el año de la clausura del Año Jubilar Mariano del Rocío, con una gran afluencia de peregrinos venidos de muchos lugares de España, incluso más allá del ámbito propiamente rociero, afluencia que ha supuesto una gran sorpresa para nosotros. Y, aunque por realizarse por segunda vez no resultó tan novedoso, también destaco la realización del Encuentro de Jóvenes de todas las diócesis andaluzas en El Rocío, de forma simultánea con la JMJ de Río de Janeiro, en el que hubo, también, un importante número de participantes –más de 5.000- y momentos muy intensos y entrañables que quedarán en la memoria de la diócesis.

Por otro lado, hay que valorar muy positivamente el esfuerzo continuado de las cáritas para responder a la crisis y la cantidad de iniciativas de parroquias, grupos, asociaciones, hermandades para solidarizarse con las necesidades de tantas personas. Se ha movido muchísima, muchísima gente. Además, hicimos frente al reto de la Casa de Acogida de Madres en exclusión Oasis y de la nueva Casa de Acogida de Enfermos Sin Hogar Santa María de los Milagros a través de Cáritas Diocesana y con la participación de la Pastoral Familiar y otras organizaciones que han hecho posible tanto la continuidad del proyecto iniciado por las Adoratrices como la puesta en marcha de este nuevo servicio de Cáritas para personas que sufren la exclusión.

Una vez más quiero agradecer la colaboración de tantas personas sin las cuales no podría llevarse a cabo todas estas iniciativas, algunas de ellas, como la de la Casa Oasis, soportando mucho riesgo, pues su sostenimiento económico depende totalmente de la Iglesia a partir del amor y la solidaridad que le ponen muchas personas implicadas en estos proyectos.

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