Se cumplen 50 años de la Renovación Carismática

El pasado día 18 de febrero, la Iglesia del Convento de las Madres Agustinas en Huelva acogió la celebración de las bodas de oro de la Renovación Carismática Católica. Se inició con una Adoración y, a continuación, una Efusión del Espíritu en la que se pidió que el Espíritu Santo se siguiera derramando y transformando la Iglesia y el mundo y siguiera mandando testigos valientes para la evangelización. Un Nuevo Pentecostés.

Entre los días 17 y 19 de febrero de 1967, una veintena de estudiantes católicos norteamericanos, en la Universidad de Duquesne, se fue de convivencia a la casa de retiros El Arca y la Paloma, cerca de Pittsburgh (EEUU). Allí, todos rezaron para pedir el bautismo en el Espíritu, una acción potente del Espíritu Santo que transformase sus vidas.

En uno de los descansos, inmersos en la preparación de una fiesta de cumpleaños, poco a poco se iban siendo atraídos a la capilla y no pudieron parar de rezar. Allí se produjo la Efusión del Espíritu que ninguno conocía hasta entonces. Cuando volvieron a su campus universitario de Duquesne, se lo contaron a todos los que les rodeaban y lograron contagiar a más estudiantes y a profesores.

A través de gente proveniente de Cursillos de Cristiandad y de otras redes católicas se extendió por Estados Unidos y por el mundo. Así nació la Renovación Carismática Católica. El movimiento entró en España de la mano de un matrimonio misionero laico que llegó a Barcelona en 1973, y enseguida a Madrid, donde había un grupo “contagiado” por americanos de la base de Torrejón de Ardoz. Se calcula que hay entre 100 y 130 millones de católicos que se definirían como carismáticos o que provienen espiritualmente de grupos carismáticos.

Tal y como explica Isabel Ramírez, coordinadora diocesana de la Renovación Carismática en Huelva, el movimiento llegó a la diócesis en 1980, de la mano de Isabel Rosado, que hoy pertenece al grupo cenáculo de la parroquia de los Dolores. Una amiga suya de Badajoz había conocido la Renovación en Sevilla y vino trasladada a Huelva. Le había impactado tanto que contagió a Isabel y ambas se reunían para rezar de esta “nueva” manera en sus casas. Fueron a un retiro a Sevilla y allí recibieron la Efusión del Espíritu Santo, vinieron transformadas y, poco a poco, fueron invitando a más gente. Así surgió el grupo Pentecostés, ubicado en el colegio de las Teresianas. Más tarde, se organizaron para llevar a las parroquias y a los pueblo aquello que se les había regalado.

La espiritualidad de los carismáticos se puede resumir en las reuniones semanales con el grupo, cuando se reza, se canta y se alaba. Se comenta algún pasaje bíblico y se da una pequeña catequesis; también celebran retiros, que pueden abordar temas concretos o ir dirigidos a colectivos específicos; los encuentros de oración especial también forman parte de su espiritualidad: misas de sanación o de liberación, oraciones para pedir curaciones, milagros, oraciones de rechazo del mal, de sanación física o espiritual o emocional o encuentros de adoración y alabanza, con música de alabanza, a veces con el Santísimo expuesto; por último, los seminarios de Vida en el Espíritu (Siete semanas), inspirados en parte en los cursillos de Cristiandad, pero con contenidos kerigmáticos (anuncio de la Salvación y conversión) y del Espíritu Santo. Se anuncian e imparten en las parroquias, e incluyen una “oración de efusión del Espíritu”, que con frecuencia es la llave a la conversión de muchas personas o a un crecimiento en la fe. A una llamada a la oración contínua, a la lectura de la Palabra de Dios y a una llamada a la santidad.

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