La ciudad de Huelva ha celebrado hoy con gran devoción la festividad de San Sebastián, patrón de la ciudad. La jornada comenzó con la solemne función principal presidida por el obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra, en la que los fieles se congregaron para rendir homenaje al santo.
En su homilía, Mons. Gómez Sierra destacó la vida y el martirio de San Sebastián como ejemplo de entrega y fidelidad a la fe, señalando:
“Si tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. No les tengáis miedo ni os amedrentéis” (1Pe 3, 14). Estas palabras guiaron al mártir San Sebastián, que no temió las adversidades y nos enseña a mantenernos firmes en la fe y en los valores fundamentales.”
El obispo también reflexionó sobre los desafíos actuales de los cristianos en todo el mundo, señalando la importancia de vivir la fe con coherencia y valentía.
Tras la celebración litúrgica, la imagen de San Sebastián salió en procesión por las calles de Huelva, acompañada por una multitud de fieles. El momento más significativo tuvo lugar en la Plaza de San Pedro, donde el santo recibió el bastón de mando en reconocimiento a su nombramiento como alcalde perpetuo de la ciudad, una distinción aprobada recientemente por el Ayuntamiento.
La procesión continuó en un ambiente de profunda emoción, con numerosas muestras de devoción por parte de los vecinos y vecinas que se dieron cita para acompañar a su patrón.
Esta jornada festiva refuerza el lazo histórico y espiritual que une a la ciudad de Huelva con San Sebastián, símbolo de fortaleza y ejemplo de compromiso con la fe cristiana.
HOMILÍA COMPLETA DE MONS. SANTIAGO GÓMEZ SIERRA
““Si tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. No les tengáis miedo ni os amedrentéis” (1Pe 3, 14). Estas palabras guiaron al mártir san Sebastián, nuestro patrón de la ciudad de Huelva, que hoy nos reúne. Las actas de su pasión nos hablan de este joven, nacido en Milán de padres cristianos, que se había enrolado en el ejército, concretamente, en la guardia del emperador Maximiano, cogobernante del imperio con Diocleciano. De Milán marchó a Roma donde recrudecía la persecución por causa de la fe.
Sin duda, que Sebastián conocía la enseñanza de Juan el Bautista, que leemos en el evangelio según san Lucas, llamando a la conversión: “unos soldados igualmente le preguntaban: ¿Y nosotros, qué tenemos que hacer?” Él les contestó: “No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nade con falsas denuncias, sino contentaos con la paga”. (Lc 3, 14). Nuestro mártir vivió según esta rectitud moral, pero no se quedó solo ahí sin correr más riesgos, sino que en Roma se implicó en ayudar a los cristianos arrestados en la persecución desatada contra ellos. Así, también llegó la hora para este capitán defensor de los mártires. Condenado en el tribunal del emperador, sufrió el martirio en Roma. El modo de su ejecución martirial está representado en su imagen: atado a un poste y despojado de sus vestiduras -como Cristo en la cruz- fue asaeteado sin piedad muriendo poco después. Su cuerpo fue enterrado el 20 de enero del año 288 en las catacumbas de la vía Apia, siendo venerado ya desde muy antiguo.
Comenta san Ambrosio, celebrando al mártir san Sebastián, “Acerca de estas persecuciones, dice la Escritura: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido. Se refiere a todos, a nadie exceptúa.” De varios modos se hostiga a los cristianos, también, hoy.
Recientemente, hemos visto como se convierten en objeto de burla los imágenes y signos cristianos. Basta recordar la exhibida en la inauguración de los Juegos Olímpicos de París, con una analogía blasfema de la Última Cena de Jesús, tomada del fresco de Leonardo da Vinci; la chanza del fin de año en la RTVE sobre el Corazón de Jesús, o en estos días el cartel sacrílego y grosero de las fiestas de san Sebastián en Palma de Mallorca. Así se hieren profundamente los sentimientos humanos y religiosos de millones de mujeres y hombres cristianos. Recurrir a la autoridad para que proteja los sentimientos religiosos es inútil, cuando, en nuestro país esa misma autoridad parece plantearse la revisión de este derecho. Sin embargo, nuestra respuesta como cristianos no puede dejar de proclamar la dignidad de la persona, que incluye también el máximo respeto a sus convicciones religiosas.
Pero la fe no sólo es fustigada con estas burlas. Como recordaba recientemente el cardenal Müller «en el Occidente aparentemente libre, la propaganda anticristiana repite constantemente a niños y jóvenes que la fe en Cristo está científicamente superada y contradice la libre autodeterminación de una persona ilustrada, que, según ellos, hace tiempo se ha elevado por encima de los deseos religiosos y de los dogmas «medievales» de la Iglesia, que consideran obsoletos».
Además, hoy, también, como en los primeros siglos, el cristianismo es la religión más perseguida en el mundo. En 78 países, 380 millones de cristianos enfrentan persecuciones y discriminaciones diariamente. Los 10 países donde la persecución es más dura, donde los cristianos arriesgan su vida y sus bienes por mantener su fe, son: Corea del Norte, Somalia, Yemen, Libia, Sudán, Eritrea, Nigeria, Pakistán, Irán y Afganistán.
Sí, de uno o de otro modo, la vida cristiana siempre está sometida a la prueba, si seguimos a Cristo con fidelidad. Ser católico es vivir conforme a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y a las Bienaventuranzas, defendiendo esta forma de vida con coherencia, sin someterse a la corrección política ni a las presiones ideológicas de turno.
En la exhortación postsinodal Sacramentum caritatis, leemos algo que los cristianos no podemos olvidar, dice “El culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe”.
El mártir San Sebastián nos enseña a no rehuir el combate de la fe. Hoy para los cristianos es inexcusable dar la cara en algunos frentes, hay “valores no negociables”, como son: el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. También, la Doctrina Social de la Iglesia nos induce al compromiso de buscar, cooperando con otras personas de buena voluntad que pueden no compartir nuestra fe, la aplicación de políticas que favorezcan la libre iniciativa social, el trabajo para todos, la justa distribución de las rentas, la moralidad y la búsqueda sincera de la paz.
Pidamos al Señor que, siguiendo el ejemplo de nuestro patrón san Sebastián no rehuyamos el combate de la fe, dando testimonio de la verdad en la caridad; y así nos mantengamos fieles y perseverantes en el amor a Dios y al prójimo, viviendo como cristianos con una vida personal, familiar y social renovada por el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Santísima Virgen María, reina de los mártires, ruega por nosotros”
GALERÍA DE FOTOS
La entrada San Sebastián, ejemplo de fortaleza en la fe: Huelva celebra a su patrón con fervor y un emotivo reconocimiento se publicó primero en Diócesis de Huelva.