La jornada contó con la participación del sacerdote diocesano y párroco de Galaroza, D. José Antonio Calvo, quien ofreció una profunda reflexión sobre el sello del Espíritu Santo, que nos identifica como propiedad de Dios y actúa como garantía de sus dones, gracias y carismas. Subrayó también que este sello implica una autenticidad que nos vincula a Cristo, abrazando nuestra cruz y siendo testigos de su amor en el mundo.
En un clima de recogimiento y apertura al Espíritu, D. José Antonio animó a los asistentes a confiar a los pies de la Virgen María, en su Inmaculado Corazón, todo aquello que produce dolor, temor o nos aleja del Señor. Fue un tiempo de sanación interior y liberación, en el que, mediante una oración guiada, los participantes pudieron renunciar a todo lo que oscurece la verdad de Dios en sus vidas, acogiendo con renovada esperanza al Espíritu de la Verdad.
El retiro estuvo lleno de momentos de alabanza, oración y adoración al Santísimo Sacramento, donde la música del ministerio de canto acompañó con alegría los momentos de júbilo pascual. Unidos como un solo cuerpo en Cristo, los asistentes —provenientes de diversos grupos de oración de Huelva y su provincia, así como de otros carismas de la Iglesia— vivieron una auténtica experiencia de comunión eclesial.
El retiro concluyó con la celebración de la Eucaristía, culmen de nuestra fe y centro de la vida cristiana, que puso el broche de oro a una jornada marcada por la fraternidad, la esperanza y la presencia viva del Espíritu Santo.
Con el corazón renovado y encendido por el fuego del Amor de Dios, los participantes regresaron a sus hogares dispuestos a vivir y dar testimonio del don recibido, proclamando con alegría: ¡A Él la gloria!
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