El próximo domingo, 8 de junio, la Iglesia celebra la solemnidad de Pentecostés, un día en el que «contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo», tal y como destacó el Papa Francisco en su homilía con motivo de esta solemnidad el pasado año.
En Pentecostés, conmemoramos la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, una acción que el Santo Padre sintetiza en tres palabras: novedad, armonía y misión.
Novedad, porque Dios la trae a nuestra vida y «es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien»; armonía porque «el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía»; y misión porque «el Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia agnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo».
En nuestra diócesis, en la que esta fiesta adquiere una dosis extra de júbilo bajo la advocación de Nuestra Señora del Rocío, tendremos la oportunidad también de renovar nuestro compromiso con la tarea de evangelizar y de sentirnos Iglesia, tanto en nuestras parroquias, como en la Vigilia de Pentecostés que, a nivel diocesano, se ha convocado en la Capilla del Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús, el próximo sábado, 7 de junio, a las 21.15 horas.
