La Pía Unión celebrará de nuevo la Octava del Corpus

Recogiendo una antigua tradición de origen judío, la Iglesia prolongaba por ocho días las principales fiestas del año litúrgico tales como la Epifanía, Pentecostés o incluso la festividad de algunos santos. Aunque en la reforma del breviario promulgada por Juan XXIII el 25 de julio de 1960 se suprimió la octava del Corpus, en muchas localidades españolas sigue siendo tradición la celebración de esta fiesta. En Huelva, la Pía Unión del Santísimo Sacramento ha recuperado esta fiesta de fuerte raigambre eucarística.

La Octava del Corpus se celebra el jueves siguiente a la celebración de la Solemnidad del Corpus Christi. En Huelva se celebra en el monasterio de Santa María de Gracia, de las MM. Agustinas, este jueves, 23 de junio a las 20.00 h., en una celebración presidida por el obispo, Mons. Santiago Gómez Sierra, con el siguiente orden: Santa Misa, procesión claustral de alabanza, adoración, bendición y reserva. Esta celebración es la culminación del Triduo Eucarístico que la Pía Unión del Santísimo Sacramento celebra de lunes a miércoles, a las 20.30 h., presidido en este caso por Juan José Feria, párroco de Sagrada Familia y Beata Eusebia Palomino y delegado diocesano de Pastoral Universitaria.

Dios está aquí, venid adoradores

(Artículo de Juan de Robles)

Teniendo en cuenta que la Eucaristía es Sacrificio, Banquete sagrado y Presencia permanente de Cristo, el culto y la adoración eucarísticos van a aparecer en la Iglesia a partir de la reserva que se hace del Pan eucarístico para llevarlo a los enfermos. No sin una moción especial de Espíritu Santo, se desarrolla este culto a lo largo de la historia de la Iglesia, que se fortalece cuando corrientes heréticas en el medievo ponen en duda que el Señor esté presente real y sacramentalmente en el Pan y el Vino consagrados.

De cualquier manera, mucho antes de esto, San Agustín, refiriéndose a la Eucaristía, dijo que «En esta misma carne [el Señor] ha caminado aquí y esta misma carne nos la ha dado de comer para la salvación; y ninguno come esta carne sin haberla adorado antes…, de modo que no pecamos adorándola; antes al contrario, pecamos si no la adoramos» (In Ps 98,9; PL 37, 1264). Sólo Él es merecedor de adoración. Últimamente se están perdiendo signos de esta adoración, como arrodillarse en la consagración o hacer la genuflexión ante el sagrario. Diversas teorías intentan explicar o justificar esta realidad: que esperamos al Señor de pie, que arrodillarse es de esclavos, etc… Pero la Iglesia no ha modificado estas muestras de reverencia debidas al Señor; siguen plenamente vigentes porque si no nos arrodillamos ante Dios, ¿ante quién nos vamos a arrodillar? 

Arrodillarse en la consagración y hacer la genuflexión ante la Eucaristía siguen siendo un signo precioso de que adoramos sólo a Dios. Como decía Benedicto XVI:  “Adorar al Dios de Jesucristo, que se hizo pan partido por amor, es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy. Arrodillarse ante la Eucaristía es una profesión de libertad:  quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Los cristianos sólo nos arrodillamos ante Dios, ante el Santísimo Sacramento, porque sabemos y creemos que en él está presente el único Dios verdadero, que ha creado el mundo y lo ha amado hasta el punto de entregar a su Hijo único (cf. Jn 3, 16) […] La adoración es oración que prolonga la celebración y la comunión eucarística; en ella el alma sigue alimentándose:  se alimenta de amor, de verdad, de paz; se alimenta de esperanza, pues Aquel ante el cual nos postramos no nos juzga, no nos aplasta, sino que nos libera y nos transforma.” (Homilía, 22-V-2008).

El himno del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid en 1911, “Cantemos al Amor de los Amores”, nos recuerda con insistencia, cada vez que lo cantamos: “Dios está aquí, venid adoradores, adoremos a Cristo Redentor”. Esta solemnidad del Corpus Christi quizá pueda servir para iniciar o retomar nuestros ratos de adoración eucarística, prolongando así la Eucaristía recibida en la comunión, tratando con el Señor en el silencio y en la contemplación, gustando su Palabra e intercediendo por todas las intenciones que nos sugiere el Espíritu.

Nuestras parroquias ofrecen momentos de adoración eucarística, en la capital hay iglesias donde se hace a diario, como la que mantiene la Pía Unión del Santísimo en la Iglesia de las Agustinas durante varias horas. También hay pueblos donde el culto eucarístico está muy vivo, con turnos de adoración. La Adoración Nocturna Española, presente en varias parroquias ofrece también oportunidades. Algunas comunidades contemplativas, como las Agustinas diariamente por la tarde, o las Oblatas durante varias horas de la mañana y la tarde en los días festivos adoran a Jesús Sacramentado y abren sus iglesias para que podamos adorar junto con ellas. Todos tenemos cerca algún sagrario donde podemos encontrarnos con el Señor.

Como nos recuerda el Papa Francisco: “Al adorar le damos al Señor la posibilidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestras tinieblas, de darnos fuerza en la debilidad y valor en las pruebas” (@Pontifex_es) enero 11, 2020.

¡Adoremos a Cristo Redentor!

Más información: Lugares y horarios para la adoración eucarística en Huelva capital

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