La Iglesia de Huelva, con las familias de ENCE

«Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida» (EG 53). Estas palabras del Papa Francisco nos ponen en la tesitura de mirar la realidad de nuestra provincia con honda preocupación e inquietud permanente: la tasa de paro en la provincia de Huelva, según la EPA del segundo trimestre de 2014, asciende al 28,14 por ciento de la población. Mirando un poco más allá, la tasa de personas en riesgo de pobreza en Andalucía es del 29,1 por ciento.

Ante nuestros ojos, se nos presenta la situación de alrededor de 300 trabajadores de la empresa ENCE, que genera algo más de 3.000 empleos indirectos en la provincia de Huelva; familias que se ven amenazadas por medidas que las acercan a un espacio de desesperanza ante un futuro incierto y a experimentar la impotencia ante medidas empresariales con una importante fractura social como consecuencia.

En este contexto, tenemos que recordar de nuevo las palabras de Su Santidad: «ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral… la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos» (EG 204).

La Iglesia de Huelva quiere invitar a todas las partes implicadas, desde su responsabilidad social -empresa, trabajadores, administraciones públicas…-, a tomar conciencia de la gravedad del problema, que afecta a todo un importante sector productivo en nuestra provincia. Lograr soluciones dialogadas, desde la confluencia de voluntades en la búsqueda del bien común, supone una responsabilidad ineludible que garantice la estabilidad necesaria para abrir cauces de futuro y generar expectativas plausibles.

El sufrimiento de los trabajadores, de sus familias y de todos aquellos que indirectamente se ven afectados es sufrimiento de la Iglesia de Huelva; incertidumbre compartida que nos lleva, no sólo a mirar a Dios y a ponerlo en sus manos, sino a demandar a todos los agentes sociales a involucrar su voluntad en un proceso fructífero que evite el drama del desempleo en estas familias y construya un futuro de esperanza en la provincia.

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