No fue en el muelle de La Ribera, en Moguer, sino en el que su vecino Blas, el carpintero, tenía improvisado en las estanterías de una de las habitaciones de su casa. Esteban Castaño apenas alcanzaba los 7 añitos por aquel entonces pero, si bien es cierto que su afición a los barcos era previa, el gusanillo de fabricarlos con sus propias manos creció y creció desde aquel momento.
Podríamos decir que ese es el origen de la vocación del Esteban, hoy capitán de familia y con una gran tripulación a su espalda que, de manera altruista, ha hecho navegar la carabela Santa Clara, más conocida como «La Niña» hasta el Monasterio que le dio nombre en Moguer, hace ya casi 525 años. Y es que, pese a que el monasterio moguereño es uno de los lugares colombinos por excelencia, lo cierto es que, hasta el momento la referencia al Descubrimiento de América no se albergaba entre sus muros de una forma tan explícita, más allá de la referencia al voto colombino, la noche de oración de Cristóbal Colón junto a su tripulación para dar gracias a Dios por su protección en el difícil periplo.
El Monasterio fue testigo la tarde del pasado viernes, 11 de diciembre, de otro descubrimiento, en este caso, la maqueta de la carabela Santa Clara realizada por Esteban Castaño, que fue presentada en el Refectorio. Una pieza única, creada con las proporciones exactas que encontrará el lugar que merece en tan emblemático e histórico edificio.