En este pasaje, Jesús responde a la preocupación de las personas sobre las tragedias que sufrieron algunos galileos y otras víctimas de accidentes. Les dice que no eran más pecadores que los demás, subrayando que el sufrimiento no es necesariamente un castigo divino. Sin embargo, Jesús aprovecha la ocasión para hacer una llamada a la conversión, advirtiendo que si no se arrepienten, todos perecerán de la misma manera. Esta enseñanza nos recuerda que la vida humana es frágil y que debemos estar siempre preparados espiritualmente.
A continuación, Jesús cuenta la parábola de la higuera estéril, que representa a aquellos cuya vida no da frutos de conversión o justicia. El dueño de la viña quiere cortar la higuera por no dar frutos, pero el viñador pide un tiempo más para cuidarla. Esto simboliza la misericordia de Dios, que nos da oportunidades para cambiar antes de que llegue el juicio. A través de esta parábola, Jesús nos muestra la paciencia divina, pero también la urgencia de nuestra respuesta: debemos dar frutos buenos y vivir conforme a la voluntad de Dios.
En resumen, el pasaje nos invita a reflexionar sobre el sufrimiento, la conversión y la misericordia de Dios. Nos llama a no juzgar a los demás y a aprovechar el tiempo para cambiar nuestras vidas antes de que llegue el juicio.
Delegación Diocesana de Pastoral Universitaria
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