– Is 35, 1-6a. 10. Dios viene en persona y os salvará.
– Sal 145. R. Ven, Señor, a salvarnos.
– Sant 5, 7-10. Fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
– Mt 11, 2-11. ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Hemos llegado al tercer Domingo del Adviento ¡Alegraos! “porque los ciegos ven, los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados” (Mt 11, 5)
En las dos semanas que ya llevamos de Adviento seguramente habremos escuchado la invitación a vivir este tiempo desde la esperanza en el Dios que viene, y que lo hace siempre; en el pasado vino, en el presente viene, y en el futuro vendrá. Esta es la promesa en la que arraiga la esperanza y la fe de los cristianos.
Son muchas las formas en las que los cristianos podemos experimentar ceguera, cojera, lepra o sordera; pueden ser muchas las formas en las que podamos vivir la pobreza humana o incluso la muerte. Sin embargo, Dios viene a hacer nuevas todas las cosas (cf. Ap 21, 5)
Así como el labrador espera con alegría e impaciencia el fruto de la tierra (cf. St 5, 7), de la misma forma nosotros vivimos este tiempo sabiendo que el Señor hace crecer en lo oculto de nuestro corazón un fruto que está lleno de vida. Es tarea para todos nosotros vivir ya, y poner nuestra parte, en la construcción del Reino de Dios, en el que dejamos atrás la discordia para abrazarnos en el perdón; en el que abrazamos las heridas y las sanamos con el soplo suave del Espíritu; acogemos nuestra realidad diaria, y la de tantas personas que nos rodean, e intentamos poner nuestros medios al servicio de la luz de Cristo para que Él brille en todos los corazones.
Estamos llamados a ser testigos de que las antiguas profecías se siguen cumpliendo también hoy. El depósito de la fe que se nos transmite en la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio, constituyen la catequesis que llega hasta nosotros en el seno de la Iglesia. Con cada nuevo ciclo litúrgico los cristianos profundizamos en el conocimiento de nuestra fe para que cada vez esté menos cimentada en la arena del sentimentalismo y más sobre la roca firme del Espíritu.
La invitación es constante: “Buscad al Señor” (título del Catecismo para el catecumenado de adultos y la revitalización de la vida cristiana); “Jesús es el Señor” (título del catecismo indicado para la preparación para el sacramento de la Eucaristía); seamos, pues “Testigos del Señor” (Título del Catecismo indicado para la preparación para el sacramento de la Confirmación). Acogiendo la invitación del Papa Benedicto XVI, desde esta Delegación os invitamos a lo mismo: ¡Estudiad el catecismo! (Prólogo al “Youcat”, 2011). Es tarea de cada uno de nosotros procurar una buena formación catequética en la fe. Por eso hoy acogemos con gozo la invitación del profeta “¡Sed fuertes, no temáis!”, sabiendo que con Él “quedan atrás la pena y la aflicción”, “que dominan el gozo y la alegría” (cf. Is 35, 4.10).
Delegación de Catequesis de Iniciación Cristiana y Catecumenado de Adultos
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