Fundación e inauguración del Monasterio de la Divina Misericordia y San José, de Cumbres Mayores

El ambiente de Cumbres Mayores, en la tarde del pasado 2 de febrero, era el de los días grandes de la población, casi como en el Corpus: vestidos de fiesta, iglesia engalanada y repiques de campanas que convocaban a la Santa Misa, que presidió el Obispo de Huelva, Monseñor Vilaplana Blasco, acompañado por diez sacerdotes concelebrantes: el Párroco D. Antonio Lucena Cerero; el Arcipreste de la Sierra, D. Longinos Abengózar Muñoz; el P. Ángel Monteagudo Martínez, OCD, de Badajoz; el P. Rafael, OCD, de El Brugo de Osma (Soria); D. Manuel Sevillano Hierro, Párroco de Cortegana; D. Demetrio López Santos, antiguo Párroco de la población; D. Francisco Aguilar Díaz, Párroco de Santa Olalla y Zufre; D. Juan Alamillos Romero, Párroco de Galaroza; D. Jesús Rafael Eyama Achama, Párroco de Cala y Arroyomolinos; y el Cura Párroco de la parroquia pacense vecina de Higuera la Real, D. Francisco Pantrigo Patiño, confesor del Párroco de Cumbres. La concelebración eucarística fue muy solemne, interviniendo en los cantos la Coral de Cumbres Mayores.

Delante del presbiterio, en sitios especiales, además del alcalde de Cumbres Mayores, los de Cumbres de Enmedio, Hinojales y Cañaveral de León, los jueces de Paz y el resto de autoridades civiles y militares, estaban las Madres Carmelitas, las siete monjas profesas y las cuatro novicias que forman la nueva Comunidad, y cuatro carmelitas más, procedentes de los conventos de Ciudad Rodrigo y el Burgo de Osma, que también han conocido la labor de la Madre María del Sagrado Corazón, Priora de este nuevo y que los ha revitalizado.

En la homilía, el Sr. Obispo, tras saludar al Cura Párroco, al Arcipreste, a los PP. Carmelitas y sacerdotes presentes, acogió con palabras de cariño a la nueva Comunidad de Carmelitas Descalzas en la Diócesis. Saludó igualmente a las autoridades y a la comunidad parroquial. Basándose en el espíritu de los textos litúrgicos de la fiesta de la Presentación del Señor, se refirió a la misma y al hecho que reunía allí a todos: la fundación y la inauguración del Monasterio de la Divina Misericordia y San José. Pidió a las Carmelitas que fueran el signo que necesita la sociedad, para que el Señor entre en sus corazones. Les dijo que «el Señor sea totalmente vuestro y vosotras totalmente de Él, porque donde Él está todo nace y renace la alegría». Es más, señaló que la presencia de las Carmelitas en Cumbres Mayores es ya un signo de aquella sentencia teresiana de «Sólo Dios basta», hablando del primado de Dios en la vida de los cristianos y de la necesidad de la oración, «para tratar de amistad con quien sabemos nos ama» en expresión de Santa Teresa, porque cuando se pierde el sentido de Dios, su lugar se llena con cosas que no satisfacen. El Sr. Obispo concluyó pidiendo que descubrieran a Dios en la vida evangélica que llevarían en fraternidad y siguiendo a Cristo, pobre, obediente y casto. Que fueran un signo de cómo subir al Monte Carmelo, con María, porque el monte y la cumbre es Cristo. Pidió a todos que dieran gracias a Dios por este regalo del nuevo monasterio, porque no todas las generaciones tienen esa suerte de conocer una fundación, monasterio que, en definitiva hará visible nuestra alabanza: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor».

Concluida la Santa Misa se organizó la procesión hacia la ermita de Nuestra Señora de la Esperanza, Patrona de Cumbres Mayores, junto al nuevo monasterio. Uno tras otro iban los diversos grupos y asociaciones parroquiales, así como las hermandades con su pendones y estandartes, también acompañaban las hermandades de Cañaveral, Hinojales y Cumbres de San Bartolomé, y las autoridades, cerrando el cortejo las MM. Carmelitas, y el Sr. Obispo, revestido de pontifical, flanqueado por el Párroco y los PP. Carmelitas, de la banda municipal de música y de cientos de fieles. Llegada la procesión a la ermita, se cantó la Salve y el Obispo puso bajo la protección de la Virgen de la Esperanza a la Comunidad. Se pasó entonces al claustro de nuevo monasterio. Allí, delante de la imagen de San José, se procedió por el Sr. Obispo a la bendición. Posteriormente, el Carmelita P. Rafael Monteagudo leyó el acta de la fundación del Monasterio de la Divina Misericordia y San José, firmando el mismo el Prelado, el Párroco, D. Antonio Lucena, y la Priora, Madre María del Sagrado Corazón, junto a varios testigos del acto, sacerdotes, religiosos y seglares, es decir, una representación de todas aquellas personas, incluidas las responsables de la CONFER de Huelva, Carmelitas Misioneras de Trigueros, Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Aracena, de otras comunidades religiosas de la Sierra que estaban presentes, y de otras que estaban espiritualmente unidas, como las MM. Carmelitas de Aracena, – que tantos detalles han tenido con el nuevo monasterio–, o las HH. de la Compañía de la Cruz, e innumerables sacerdotes y fieles de toda España. Un aplauso de todos los presentes rubricó este solemne e histórico momento.

Después, la Priora dirigió unas breves palabras de agradecimiento, invitando a todos a un sencillo refrigerio, mientras quedaba abierto el monasterio para que pudiera ser visitado. Allí se pudo observar aquel edificio, levantado con la ilusión y el sacrificio de tantas personas, con la generosidad de los arquitectos, constructores y albañiles. Un monasterio andaluz por su blancura, limpio, alegre, sencillo y pobre como corresponde a las hijas de Santa Teresa, adornado con mil detalles de ternura e ingenuidad teresiana, y con cuadros pintados por las religiosas en estilo cuzqueño, en definitiva, un palomarcico nuevo para la Virgen, para que las alabanzas a Dios también «clamen desde la cumbre de las montañas».

Todavía queda por construir la iglesia del nuevo monasterio, lo que constituye una llamada a todos los diocesanos para seguir siendo generosos con estas «esposas del Señor» que siguen los consejos evangélicos en este rincón de Cumbres Mayores, junto a la Virgen de la Esperanza.

Juan Bautista Quintero Cartes

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