¿Es que Cristo está dividido?

Con este sugerente lema, tomado de 1Cor 1, 1-17, la Iglesia abre el próximo viernes, 17 de enero, el octavario de oración por la unidad de los cristianos, organizado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de las Iglesias, a través de su Comisión de Fe y Constitución, que producen un material que es enviado a las iglesias miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a que traduzcan el texto y lo contextualicen para su propio uso.

Al menos una vez al año, muchos cristianos toman conciencia de la gran diversidad de formas de adorar a Dios, se conmueven y caen en la cuenta de que no es tan extraña la manera en que el prójimo rinde culto a Dios. El acontecimiento que desencadena esta experiencia única se conoce como la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur). Durante este período, se intercambian los púlpitos y se organizan oficios ecuménicos especiales. Cada año, se pide a los asociados ecuménicos de una región concreta que preparen un texto sencillo sobre un tema bíblico. En esta ocasión, este trabajo lo ha llevado a cabo un grupo de representantes de varias partes de Canadá, reunidos por invitación del Centro Canadiense para el Ecumenismo y el Centro para el Ecumenismo La Prairie.

Los canadienses, como ejemplo de una sociedad postmoderna, viven en un país marcado por la diversidad de la lengua, la cultura e incluso el clima, y también encarnan la diversidad en sus expresiones de la fe cristiana. Vivir con esta diversidad, y al tiempo permanecer fieles al deseo de Cristo de la unidad de sus discípulos, nos lleva a reflexionar sobre la provocadora pregunta de Pablo en I Corintios: «¿Es que Cristo está dividido?» Con fe, respondemos: «¡no!», y sin embargo nuestras comunidades eclesiales continúan albergando divisiones escandalosas. I Corintios también señala un modo en el que podemos valorar y recibir los dones de otros, incluso ahora en medio de nuestras divisiones, y que nos anima a trabajar por la unidad.

Nuestra diócesis ha experimentado en los últimos años un cambio profundo con la llegada de inmigrantes procedentes, principalmente de Rumania, Nuevos países del Este, Marruecos, Ecuador, Colombia y otros países de Latinoamérica. La presencia entre nosotros de ortodoxos y musulmanes ya nos resulta cotidiana, así como el aumento del número de comunidades cristianas pertenecientes a Iglesias Evangélicas. La presencia de esta pluralidad religiosa en nuestros pueblos y ciudades presenta sus luces y sus sombras en nuestro quehacer cotidiano.

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