El matrimonio y la familia, un evangelio que hay que anunciar

La Dra. Carmen Álvarez ha ofrecido su conferencia «La familia: entre las sombras de los desafíos y la grandeza de su misión» en el marco del XI Encuentro Diocesano de la Familia que se ha celebrado hoy, 12 de marzo, en el Colegio Diocesano de Huelva.

Una nueva edición del Encuentro Diocesano de la Familia se ha celebrado hoy -y van once años consecutivos- en el Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús, uno de los eventos con mayor participación de la diócesis y que supone una verdadera fiesta de la familia. Un espacio en el que hay cabida para todos, desde los más pequeños hasta los adultos: la animación de Isabel Camiña, un recorrido por más de 40 stands de diversas realidades eclesiales de nuestra diócesis vinculadas con la familia, la conferencia de Cármen Álvarez Alonso, dra. en Teología Dogmática, o el concierto del cantautor onubense de música religiosa Nico Montero, con un disco de oro y un premio Bravo de música.

Con el telón de fondo de los dos sínodos de la familia celebrados en 2014 y 2015, respectivamente, y del que se espera próximamente la exhortación postsinodal del Papa Francisco y la celebración del Año de la Misericordia, este encuentro ha querido profundizar en las sombras y desafíos de la familia y la grandeza de su misión en la sociedad actual.

Precisamente, la doctora Carmen Álvarez ha sido la encargada de dar contenido a esta reflexión en la que ha señalado que «el diagnóstico de la situación familiar actual es tan complejo, y la coyuntura histórica y cultural en la que vivimos parece ser tan irreversible, que se hace difícil llevar adelante una pastoral familiar que sea capaz de responder a tantos problemas». Aún así, la conferenciante se ha aplicado en dar respuestas a los que, según ella, son los retos que se plantean a nuestra Iglesia para ir dando respuesta, desde la raíz, a dicha problemática.

Por un lado, el reto de profundizar en la identidad teológica de la familia, como «don originario» fundado en la diferencia sexual y el don de la fecundidad. En este sentido, ha señalado que «la gran provocación lanzada hoy a la familia es hacernos creer que es inútil, que se puede vivir sin familia», provocación que tiene su fuente en la llamada ideología de género. Ante esto, ha planteado el reto de «la vocación y misión de la familia», humana y cristiana, partiendo de la toma de conciencia de que la familia es el primer sujeto evangelizador y cuyo eje vertebrador es el «el amor conyugal».

La familia como auténtica escuela de humanidad, ha de fundarse en el matrimonio cuyo valor sacramental ha de ser redescubierto, al igual que el significado del «amor conyugal» sobre el que se sustenta la comunión familiar. Al respecto, Carmen Álvarez ha hablado sobre el «sujeto líquido», es decir, el sujeto romántico, emotivista y afectivamente frágil, que vive sumido en la soledad afectiva propia del individualismo y que parece incapaz de vivir la hondura de la relación matrimonial.

Finalmente, la conferenciante ha profundizado en la cuestión de la diferencia sexual, como definición del ser personal y no como dato meramente morfológico o accidental, donde la masculinidad y la feminidad configuran también la propia vocación. Así la pérdida del simbolismo y valor del cuerpo y de la sexualidad no permite una comprensión total del ser personal, donde el cuerpo es parte esencial y definitoria de lo que somos.

«Ni el matrimonio, ni la familia son un problema, sino un evangelio que hay que anunciar», esa es la conclusión con la que la doctora Carmen Álvarez ha señalado la importancia decisiva que la familia tiene para la Iglesia y la sociedad, familia que ha de ser evangelizada por la vía del testimonio o, como ella misma ha sugerido, «algo así como dar envidia», es decir, que unas familias encuentren en otras un verdadero modelo para sus propias vidas.

El colofón de este encuentro lo ha puesto la peregrinación a la S. I. Catedral, para entrar por la Puerta de la Misericordia y lucrar la indulgencia plenaria concedida por el Santo Padre con motivo de este Año de la Misericordia, y la Eucaristía presidida por nuestro obispo, José Vilaplana Blasco.

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