Se nos va proponiendo estas semanas evangelios que nos hablan de la necesidad que tenemos
de ponernos a bien con Dios, con uno mismo y los hermanos.
Ciertamente todo no está siempre en orden, hay que mirar hacia dentro y comprobar la
intencionalidad de nuestros actos, a veces son buenos y otras pensamos sólo en nuestros
beneficios.
Este domingo nos propone el evangelio el perdón. Cuando se trata de mi persona, veo normal
que, al pedirlo, se me conceda. Ponerse en la piel del otro para poder entender las batallas que
la otra persona está librando en su interior es algo más difícil y no siempre lo intentamos o
llegamos a lograrlo.
Otra cosa que solemos hacer es pensar en ajustar cuentas del negocio de mi vida para que me
sea rentable y para que todo me vaya bien, no por nada, sino porque quiero que todo vaya en
mi orden y para mi negocio vital si no me eres rentable en mi vida, te elimino de mi negocio, no
quiero nada contigo porque no me traes: paz, serenidad, bienestar o mis expectativas con lo que
te puedo eliminar rápido de mis intereses y no te tomo ni como persona.
¿Cuántas veces tengo que tenerte en cuenta para que seas rentable en mi vida? ¿Me merece la
pena hacerlo?
¿El PERDÓN pasa por el juicio? ¿Es hablar de amor? Mira, lo que sé es que es muy difícil llevarlo
a la vida, sólo los limpios de corazón son los que no tienen problemas con ello. Pedir perdón es
difícil, reconciliarse con el hermano es peor porque le pones cara a lo que ha pasado y setenta
veces siete… es indefinido.
No podemos equivocar la injusticia con el perdón. Cuántas veces hemos confundido el perdón
de injusticias que no pueden redimirse.
Tampoco puede confundirse la persona con el acto y es que hay actos que no pueden pasar por
alto o que entren en estos temas que estamos hablando. Cada acto tiene una consecuencia, el
individuo que lo hace tiene el derecho de redimirse y cambiar, no puedo quitar el cambio, no
puedo ni quiero, pero el acto que has hecho trae unas consecuencias que no siempre hay que
pasarlas por un tamiz de equivocarse. La persona siempre lo primero, por encima de los actos y
los actos…habrá que evaluarlos.
El tema del perdón es importante para tener el alma aclarada. No tener cuentas con nadie es lo
mejor, si las hay, habrá que cuidar para saldarlas lo mejor posible sabiendo que la persona es lo
primero y que puede cambiar el rumbo de su vida cuando quiera. Darle oportunidad es
importante para todos.
Para todo hay que mirarse siempre dentro y vernos cómo andamos de amor. Esto no se acaba
nunca. Ánimo a todos.
María Jesús Arija García.
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