
Las bienaventuranzas aparecen en los evangelios de Mateo y de Lucas, y se aprecian diferencias entre las de un autor y las del otro según la intencionalidad y pretensión que cada uno tiene.
El evangelista Lucas comienza este relato situándonos a Jesús en ese movimiento activo de bajar de la montaña hasta colocarlo en el escenario de la llanura, dando a entender cómo el Maestro quiere aproximarse al lugar en donde se encuentran los inferiores de la sociedad (pobres, enfermos, hambrientos, marginados…) para mostrarles visualmente que son ellos sus preferidos y los destinatarios del Reino de Dios.
Estas cuatro bienaventuranzas presentan el proyecto del Reino de Dios como sociedad alternativa y contraria a la que impera en un mundo sostenido por valores que fomentan la injusticia y degradan a la humanidad. Jesús viene como liberador misericordioso de los que más necesitan ayuda para recuperar su dignidad de hijos e hijas de Dios, ofreciéndoles una nueva vida y la felicidad que él y su reino nos traen.
Las tres primeras bienaventuranzas nos hablan de realidades que no hacen felices a las personas, y por eso hay que trabajar por cambiarlas, pues para Jesús los pobres, por ejemplo, no son “dichosos” por ser pobres, sino que lo son por el hecho de que ya ha llegado para ellos el Reino de Dios. Según la cuarta bienaventuranza, también seremos dichosos por creer en Jesús, aunque nos desprecien por ello.
Y así Jesús, con estas bienaventuranzas, anuncia la Buena Noticia del Evangelio: reforzando la esperanza en aquellos que no tienen motivos humanos para tenerla.
Emilio J., sacerdote
https://elpozodedios.blogspot.com/