“San Torcuato nos habla hoy de la urgencia de que despertemos en nuestra fe”: Mons. Orozco, obispo de Guadix, en la fiesta de San Torcuato

Diócesis de Guadix
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La diócesis de Guadix es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, erigida en 1492 y, según la tradición, procedente de la diócesis de Acci, fundada por San Torcuato en el siglo I. Su sede es la catedral de Guadix.

“San Torcuato nos habla hoy de la urgencia de que despertemos en nuestra fe”: Mons. Orozco, obispo de Guadix, en la fiesta de San Torcuato

Recordó el obispo que San Torcuato puso a Guadix en el mapa de la cristiandad y animó a todos a ser testigos de la fe en nuestro mundo

 

Guadix celebró a su Patrón un año más. Fue, como siempre, el 15 de mayo, en un día festivo en el que el tiempo acompañó. Un quinario previo, vísperas solemnes y un pregón prepararon el día grande de la festividad San Torcuato, que se vivió con Misa Pontifical y procesión.

En la Misa, presidida por el Obispo, D. Francisco Jesús Orozco, a la que asistieron las autoridades de Guadix y números fieles, concelebraron los canónigos y sacerdotes de la ciudad. La Hermandad de San Torcuato preparó una celebración muy solemne, en la que cantó el coro de María Briz y que terminó con una bendición apostólica, con indulgencia plenaria.

En la homilía, D. Francisco Jesús Orozco habló, lógicamente, de San Torcuato, de la tradición que lo vincula a Guadix, de su predicación en el siglo I y de cómo fue el primer obispo que predicó en estas tierras, cuya continuidad, en la sucesión apostólica llega hasta hoy. “Fue Torcuato –dijo el obispo– el que puso, en este primer siglo, a Guadix en el mapa de la cristiandad”

Pero también habló del compromiso misionero de San Torcuato y de nuestro propio compromiso evangelizador en la Iglesia y en el mundo actual. Por eso, encabezó su homilía con esta primera afirmación: “con San Torcuato, testigos de la fe en nuestro mundo”.

Con la mirada puesta en el Patrón, animó a todos a ser misioneros, testigos del Señor resucitado: “querido pueblo de Dios, heredero del evangelizador Torcuato, debemos ser misioneros en nuestro propio ambiente, en nuestra familia, entre nuestros amigos y conocidos, en el trabajo, en los lugares de ocio, anunciando la buena noticia con palabras y obras, testimoniando con nuestras vidas el amor y la misericordia de Dios, porque esa iglesia que plantó San Torcuato aquí en Guadix, en el siglo primero, de nada sirve si no es misionera y si no evangeliza”.

También dedicó el obispo buena parte de su homilía a recordar la Misión Diocesana vivida en toda la diócesis a mediados de febrero, y cuyo dinamismo tiene que seguir vivo hoy, a pesar de las dificultades. “La misión – dijo Mons. Orozco– nos impulsa a todos a renovar nuestra fe, a comprometernos con el llamamiento del Papa Francisco a ser una Iglesia en salida, que evangeliza a todos, que proponga a todos un amor más grande, especialmente a los que viven en la oscuridad de la pobreza humana y espiritual, a los marginados que necesitan consuelo y esperanza, a los abatidos que no encuentran consuelo, a los sometidos por las dictaduras de las ideologías y por las muchas presiones de los lobis del momento presente”.

Y terminó animando a todos a vivir la fe con compromiso: “pido a San Torcuato que su ejemplo de valentía para ir a las periferias del Imperio Romano, su entrega incondicional al mandato misionero y su amor sin límite a Jesucristo nos inspire hoy a nosotros para ser verdaderos cristianos, ejemplares misioneros; para construir, como también nos dice el papa, una Iglesia que sea para los hombres de este tiempo hospital de campaña, construyendo una sociedad más justa y fraterna, teniendo como único modelo a Aquel que tuvo San Torcuato, Jesucristo”.

San Torcuato nos habla hoy de la urgencia de que despertemos en nuestra fe, de que llevemos al mundo que nos rodea, a la cultura, a todos los ámbitos y a todos los foros sociales, el testimonio público de nuestra fe: ser la luz de Cristo en el mundo, llevando a todos a la escuela del amor fiel y verdadero que no defrauda, de la esperanza de una vida con sentido”. Así, y recordando que “nuestro mundo desesperadamente necesita más evangelio y menos ideología, más diálogo y menos armas, más amor y menos odio, más verdad y menos postureos interesados, más de Dios y menos de nuestro egoísmo”, D. Francisco Jesús Orozco terminó su homilía pidiendo que “seamos testigos del Evangelio en Guadix”.

Ya por la tarde, una procesión sacó la imagen de San Torcuato y la santa reliquia del Varón Apostólico por las calles de la ciudad, acompañadas por miles de accitanos.

Antonio Gómez

Delegado diocesano de MCS. Guadix

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