
Para mí fue una experiencia gratificante y de mucha satisfacción ver cómo más de 2000 católicos reunidos en el congreso de laicos estábamos y estamos en comunión, con los mismos deseos, pensamientos, necesidades y debilidades.
Salimos inundados de Espíritu Santo, para poder inyectar a la sociedad el amor de Dios, predicar sin complejos y con mucha alegría e ilusión al Señor, sin miedo, porque sabemos que no estamos solos y que para salvarnos a nosotros y al mundo necesitamos esa evangelización sanadora que transforme nuestros corazones.
Nosotros somos instrumentos del Señor, llamados a esa evangelización.
Inmaculada Triguero
Guadix