Palabras del Obispo de Guadix en la entrega de las llaves al Cristo del Llavero

Hoy, en esta tarde del Jueves Santo, tengo el honor de cumplir con una venerable tradición de esta Ciudad. Recordando el gesto de la abadesa del convento de las Madres Clarisa, actualizamos también su sentido mas profundo. La valiente religiosa entregó las llaves del convento al Señor para mostrar así quién era el dueño de esta casa, al tiempo que enfrentaba a aquel hombre a su responsabilidad, que no es solo ante la historia sino ante el mismo Dios.

Al recordar este precioso gesto de fe en nuestro Señor Jesucristo, recordamos también que el Señor es Él y solo Él. Es el dueño de nuestra vida, de lo que somos y tenemos, también de nuestro quehacer. La entrega de las llaves al Nazareno es una manifestación de la voluntad del pueblo accitano de querer seguir teniéndolo como Señor.

Pero, al mismo tiempo, el gesto que realizamos cada jueves santo a las puertas de este convento de las Madres Clarisas, nos sitúa ante la responsabilidad que cada uno tiene, no solo en su historia personal, sino en la historia común. El general del ejército francés entró en el convento, violando así un lugar sagrado. Sor Mª Luisa, su abadesa, le recordó, con un seráfico gesto, ante quién debía dar cuentas. Nosotros, en nuestra libertad, también podemos mancillar la dignidad del hombre o de nuestra propia historia. El Nazareno nos pone ante esta realidad. ¡Quitad a Guadix su historia y su identidad cristiana y mirad lo que queda!. Esta es la responsabilidad que asumimos ante el futuro.

Jesús Nazareno, al entregarte las llaves de esta casa dedicada a la oración y a la contemplación, te entrego también las llaves de nuestra vida. Nuestra vida es tuya, tú eres su dueño, haz de ella lo que quieras. Dispón a tu voluntad, pues confiamos en tu misericordia. Al amado no se le teme, porque el amor no puede permitir el mal del que ama. Por eso, sea lo que hagas te doy las gracias.

Te ofrezco también las llaves de esta Iglesia que peregrina en Guadix. Manifiéstate como Señor. Bendícenos con tu gracia para que demos frutos abundantes de santidad, y danos sabiduría y fortaleza para seguir anunciando tu nombre a los hombres de esta generación, como lo han hecho tantos que nos han precedido en el signo de la fe, y como lo hizo la priora de esta casa ante el invasor.

Señor, tú conoces cada corazón y sabes cuales son nuestras necesidades, míranos y socórrenos. Ablanda el corazón de los que no te conocen o te rechazan. Da fortaleza y levanta a los que viven en la pobreza, a los que sufren las consecuencias de esta crisis que llaman económica, pero que tantas raíces morales tiene. Bendice a nuestros niños y jóvenes. Sostén a los que has llamado a servirte en los hermanos y sigue llamando a jóvenes a esta aventura del Evangelio. Protege a las familias y concédeles vivir en unión y que no les falte lo necesario. Y líbranos de todo mal.

Quiero agradecer a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, «El Llavero» y Nuestra Señora de la Consolación, Madre de la Iglesia, la deferencia al invitarme a poner las llaves en las manos del Señor, continuando así, un año más, esta hermosa tradición accitana. Este gesto que hoy he tenido el honor de realizar me hace más accitano, lo que es para mí un honor y una responsabilidad. Gracias Hermano mayor y gracias hermanos todos.

Mi saludo y agradecimiento también a la comunidad de Madres Clarisas. Ella son el testimonio constante de este gesto que da identidad a esta noble Ciudad.

A nuestra Madre de Consolación, a la Madre de la Iglesia, nuestra petición: «Ruega por nosotros».

Guadix, 5 de Abril de 2012

+ Ginés García Beltrán

Obispo de Guadix

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