Misionero de la Misericordia

Carta con motivo del DOMUND 2015 del Obispo de Guadix, Mons. Ginés García Beltrán.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

La celebración del DOMUND nos recuerda cada año que la Iglesia es misionera por su misma naturaleza. Existe para anunciar el amor de Dios que se ha revelado a los hombres en Cristo. Para la Iglesia, y para cada uno de los bautizados, evangelizar es un don y una tarea inexcusable. El Evangelio es una noticia imposible de callar cuando se lleva en el corazón. Un corazón tocado por el Evangelio lo grita a todos, para que todos puedan experimentar el mismo gozo de creer. «La misión –nos recuerda el Papa en su mensaje para este año- no es proselitismo o mera estrategia; la misión es parte de la «gramática» de la fe, es algo imprescindible para aquellos que escuchan la voz del Espíritu que susurra «ven» y «ve». Quién sigue a Cristo se convierte necesariamente en misionero, y sabe que Jesús «camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 266).

Hace cincuenta años, el concilio Vaticano II trató sobre las misiones y nos regaló su doctrina sobre la actividad misionera de la Iglesia en el Decreto «Ad Gentes». Es un documento que no ha perdido nada de su actualidad y sigue marcando la reflexión sobre el ser misionero de la Iglesia. Sería un buen momento para leerlo o releerlo en un clima de meditación y de compromiso

Este año el DOMUND se celebra también en el contexto del Año dedicado a la Vida Consagrada. Si evangelizar es tarea de todos, hemos de reconocer que los consagrados, a lo largo de la historia, han sido vanguardia en la evangelización, también como portadores del Evangelio a hombres y países donde no se conocía a Jesús. Pero no es justo utilizar verbos en pasado para hablar de la tarea evangelizadora de la Iglesia y, más concretamente, de la de los consagrados. Hoy son miles los consagrados que siguen en países de misión haciendo presente la obra de la gracia de Dios. Los misioneros siguen siendo la avanzadilla de la Iglesia; no hacen ruido, y, desgraciadamente, los recordamos y agradecemos su labor cuando surgen graves problemas humanitarios; entonces nos damos cuenta que ellos estaban en la primera línea.

El lema de esta campaña, «Misioneros de la misericordia» nos invita también a mirar al próximo Año Santo dedicado a la misericordia que comenzará en Roma el próximo día 8 de diciembre, y en nuestra diócesis el día 13 del mismo mes. Los misioneros son hombres y mujeres, cristianos, que llevan a todos la misericordia de Dios. El Evangelio que anuncian es una invitación a la conversión del corazón, a creer en la fuerza del amor que se expresa con claridad en el perdón. El amor todo lo hace nuevo, por eso el Evangelio es una fuerza que abre los caminos del progreso humano y social. Los misioneros al llevar el Evangelio a los demás están sembrando la semilla de una nueva civilización del amor. Predicar el Evangelio no es incompatible con la atención a las necesidades humanas de los hombres, ni con la denuncia de las desigualdades y de la injusta e injustificable pobreza, todo lo contrario. La acción humanitaria de los misioneros es una exigencia de la fe, un fruto del ser mismo de Dios que es misericordia. La misericordia no es un estilo o una forma de comportamiento es la esencia misma del Evangelio, es el corazón de Dios.

Es sabido que nuestra diócesis ha sido un precioso semillero de vocaciones misioneras. Afortunadamente, todavía hoy son muchos los misioneros de nuestra diócesis. Sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos que están entregando su vida en el campo de la misión en países lejanos, y de los que nos sentimos santamente orgullosos. Os invito una vez más a acompañarlos con nuestra oración y con nuestro afecto. Quisiera que se sintieran arropados por la que es su Iglesia Madre. Demos gracias a Dios por sus vidas y misión.

El afecto a nuestros misioneros, y a las misiones en general, hemos de expresarlo también mediante la ayuda material para sus necesidades, compartiendo nuestros bienes en favor de la obra que realizan. Os invito a ser generosos en nuestra aportación a las misiones con motivo del Domund. En este sentido, quiero agradecer su generosidad a tantas personas, junto a las organizaciones que en nuestra diócesis dedican su tiempo y su ayuda a mantener y apoyar proyectos en el Tercer Mundo. Que Dios os lo pague. Os animo a no desfallecer en esta hermosa tarea.

Encomendemos toda la acción misionera de la Iglesia a la Virgen Madre y modelo de todo misionero, para que ella con su maternal ternura acompañe el camino de la Iglesia llamada a ser portadora de la misericordia de Dios a todos los hombres.

Con mi afecto y bendición.

+ Ginés García Beltrán

Obispo de Guadix

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