Queridos hermanos y hermanas: ¡Qué bueno es el Señor que nunca nos deja solos, ni nos abandona en la tempestad de las pandemias de nuestro mundo! Siempre nos hace reconocerlo en quienes peor lo pasan y llevan las cruces más pesadas.
El próximo domingo 14 de junio, celebramos la fiesta de la Eucaristía y del amor fraterno, la solemnidad del Corpus Christi, que nos hace dar gracias al Señor por su Presencia real en el don eucarístico y su presencia prolongada en los que más sufren. El día de la Caridad nos llama a la oración ante el Santísimo para descubrir en nuestro interior qué podemos hacer en el cambio que nuestro mundo necesita. Ante el Señor realmente presente en la Eucaristía, contemplemos la escalada de pobreza que ha provocado la situación de alarma en la que vivimos, multiplicando el sufrimiento de muchas personas, tal vez cerca de nuestra casa, hermanos que han quedado en las cunetas de nuestra sociedad al perder sus trabajos o al agudizarse las difíciles situaciones que ya vivían antes del covid19. Miremos tanto dolor, preocupaciones y pobreza, ante la inesperada situación que estamos viviendo. Eucaristía y amor a los pobres es un binomio inseparable que constantemente denuncia nuestra hipocresía y nuestra indiferencia.
El lema de esta campaña de Cáritas, “El poder de cada persona. Cada gesto cuenta”, nos interpela a creer en el poder de los gestos, por pequeños que sean y por irrelevantes que nos parezcan. Y nos invita personalmente a creer en cada ser humano, en nosotros mismos y en nuestros gestos, que unidos a los demás provocan un verdadero oasis de vida en medio del desierto del egoísmo y de muerte insolidaria de nuestro mundo. A veces podemos tildar de insignificante lo que podemos hacer, dar u ofrecer para ayudar a tantas necesidades, pero como decía aquella Santa de los pobres, la Madre Teresa de Calcuta, “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. Me viene también a la mente aquella pobre viuda del evangelio, que con un pequeño gesto hecho desde el corazón, atrajo la bendición del Señor: “«Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir» (Mc 12,44). Creamos en el poder transformador de los pequeños gestos porque siembran amor verdadero.
El mensaje de los Obispos de la CEE, con motivo de la festividad del Corpus Christi, día de la Caridad, que lleva por título “Sentado a la mesa con ellos” (Lc 24, 18), quiere, desde la experiencia de los discípulos de Emaús, ayudarnos a mirar al Señor, que “compadecido de nuestra enfermedad pandémica, de nuestra desesperanza y soledad, nos invita a encontrarnos con Él en el camino y a sentarnos a comer a su mesa. Espera así que, unidos a Él, nos convirtamos en testigos de la fe, forjadores de esperanza, promotores de fraternidad y constructores de solidaridad en medio de esta situación tan dolorosa que estamos atravesando”.
Contemplemos el Corazón de Jesús, recorramos con Él los caminos del Evangelio, aprendamos su misericordia con los pobres, y, óyele diciéndote: ““Enrédate” en hacer algo por los demás, sin esperar nada a cambio”. Tal vez sea nuestro momento de dar el paso comprometiéndonos en un voluntariado, para ser “activistas de la caridad”, o haciendo un donativo significativo a Cáritas. “La medida del amor es amar sin medida” (San Bernardo). Ese amor se hace palpable, tangible. Cáritas tiende su mano para pedir tu colaboración económica. No hay cuestación por las calles, haz tu ingreso en la cuenta de Cáritas. Seamos generosos, no amemos de palabra y con la boca, sino con obras y de verdad. Hoy Cáritas necesita tu ayuda más que nunca.
Hay mucho por hacer, no podemos perder tiempo, hay que sembrar gestos concretos de fraternidad. Aprovechemos el manantial de la Presencia transformadora de Cristo en la Eucaristía para revisar nuestro estilo de vida, eligiendo la sobriedad y la sencillez, y así, entre todos, hacer que la vida en común sea más fraterna y espiritual, en armonía con el Creador y todas sus criaturas. Desde Cáritas estamos llamados a celebrar este gran día del Corpus, uniendo nuestro compromiso para mejorar el mundo.
Con palabras del mensaje de los Obispos, “Hoy, día del Corpus Christi y de la Caridad, la Iglesia que peregrina en España da gracias a Dios por los miles de católicos que, unidos al Señor, iluminados por su Palabra, alimentados del Cuerpo de Cristo, viven ofreciendo sus vidas y sus recursos a los más necesitados. Damos gracias a los agentes de pastoral, a los voluntarios de Caritas y de tantísimas otras instituciones de la Iglesia. Esta familia que es la Iglesia invita a orar con intensidad por todos ellos, para que el Señor les regale fortaleza de espíritu y lucidez para afrontar la nueva realidad de necesidad y pobreza que está emergiendo. Y, al mismo tiempo que recibe el don del Corpus Christi, invoca la especial intercesión de María para que nos libre de la pandemia provocada por el coronavirus y de tantas otras pandemias que a veces nos quedan lejanas pero que provocan sufrimiento a muchos hermanos y hermanas de aquí y del mundo entero. Que Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos ayude a poner siempre nuestro corazón en los bienes del cielo y oriente nuestra mirada hacia sus hijos más necesitados”.
Nuestro mejor aplauso para todos vosotros, héroes anónimos de la caridad, que no os habéis quedado en casa en este tiempo de pandemia. Sois la Iglesia en salida que acuna en el Corazón de Dios las necesidades de los que más sufren. Mi agradecimiento al delegado diocesano de Cáritas, a Cáritas diocesana, a las interparroquiales y parroquiales, voluntarios, trabajadores, bienhechores y amigos. Gracias por vuestros gestos incansables y vuestra eclesialidad. En vosotros toda la Iglesia, Cristo mismo, sigue salvando. ¡Gracias¡ Con mi afecto y bendición
+ Francisco Jesús Orozco Mengíbar
Obispo de Guadix