«Orar con fe, vivir con esperanza»
Queridos hermanos todos:
El próximo domingo 15 de junio, en la solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia universal celebra la Jornada Pro Orantibus, en recuerdo agradecido y en oración confiada por la vocación a la vida consagrada contemplativa de quienes sirven diariamente a Dios y a la lglesia viviendo en silencio y oración, a imagen del misterio trinitario.
En este Jubileo de la Esperanza 2025, el lema elegido, «Orar con fe, vivir con esperanza”», nos hace tomar conciencia de que en la oración y en la vida, vividas desde la fe y la esperanza, dos de las tres virtudes teológicas, tenemos resumida la vida contemplativa como experiencia y testimonio de quienes han sido llamados al seguimiento de Jesús, que también fue contemplativo al retirarse con frecuencia para encontrarse con el Padre, con el que tiene una relación de confianza y de amor.
La fe y la oración se unen en nuestra vida creyente diaria, nutriéndonos espiritualmente en el trato personal y comunitario en el que miramos a Dios y nos dejamos mirar por Él. La oración sostiene y alienta nuestra fe, y la fe nos empuja a la búsqueda y al abrazo con el Señor.
Podemos vivir de muchas maneras y con diversas actitudes el itinerario de nuestra existencia como seres humanos y como bautizados. Pero cuando la oración nace de la fe auténtica, vivimos con esperanza lo que somos y cada uno de nuestros acontecimientos personales, los de la Iglesia y los del mundo.
Peregrinamos en un mundo en el que los sucesos y las malas noticias son continuas; nos vemos saturados e influenciados por las divisiones, el individualismo, la cultura de la muerte y el hacer desaparecer a Dios, silenciando a su Iglesia. Tenemos motivos para estar confundidos, tristes, desconcertados, desilusionados… desesperanzados.
Pero el Espíritu viene a fortalecer nuestra debilidad. Los consagrados contemplativos en sus distintas formas de expresión y carismas nos descubren que Cristo nunca defrauda, que Dios siempre es nuestra Esperanza y que en Él tenemos que poner nuestra confianza. Si prescindimos de Dios no solo nos deshumanizamos, sino que afrontaremos los retos de nuestro tiempo con miedo y desesperanza. Y cuanto mayores son los desafíos y sufrimientos, más intensa ha de ser nuestra oración.
La vida consagrada contemplativa está latente en la Iglesia y la sostiene en todas sus tareas evangelizadoras en medio de la historia. Los contemplativos son corazones ardientes muy vivos, anónimos y ocultos en la entrega y sacrificios diarios, que están palpitando en lugares escondidos y alejados de los ruidos mundanos, dándose y dando lo mejor de sí a una Iglesia que no puede dejar de contemplar a Dios, incluso cuando lo anuncia a través de múltiples tareas pastorales. Hay que contemplar a Dios y hay que contemplar la vida con esperanza, así lo dice nuestro Papa León XIV:
«El Espíritu de Jesús cambia el mundo inspirando una dimensión Contemplativa de la vida».
En esta solemnidad de la Santísima Trinidad oramos agradecidos a Dios por todos los consagrados contemplativos de la Iglesia católica esparcidos por todo el mundo, pero con una mirada cercana hacia la vida contemplativa que tenemos en nuestra diócesis, en Baza, en la comunidad de religiosas dominicas del Monasterio de la Santísima Trinidad y en la comunidad de las religiosas Hijas de la Sagrada Familia, en el Convento de la Merced, junto a la Madre de los bastetanos, la Virgen de la Piedad. Gracias por ser el pulmón espiritual de nuestra Diócesis de Guadix.
Muchas felicidades, queridos consagrados de vida contemplativa en esta Jornada Pro Orantibus. Seamos todos en nuestra Iglesia local, Ilamada de Dios para los jóvenes que han de descubrir la vida contemplativa con alegría. Hagamos posible que nuestras monjas de clausura no sean desconocidas; posibilitemos que los jóvenes tengan experiencias en nuestros monasterios para que conociendo puedan escuchar y amar la Ilamada que el Señor les pueda hacer para dar oxígeno a toda la Iglesia desde el claustro y la contemplación.
Os invito a todos a rezar por ellos, a estar cercanos a sus necesidades materiales, a conocerlos y a quererlos, a rogar al Señor por su fidelidad y para que siga suscitando muchas y santas vocaciones a la vida contemplativa.
Con mi afecto y bendición
Francisco Jesús Orozco Mengíbar, Obispo de Guadix