El 19 de mayo pasaron por nuestra delegación Luis Carlos Riloba y Miguel Ángel Aragón, dos misioneros pertenecientes al IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras), que es una asociación de sacerdotes diocesanos misioneros dedicados a llevar la Palabra, es decir el Evangelio a todo el mundo. Hombres de hoy para la misión.
Hemos hablado con ellos, especialmente sobre sus inquietudes como misioneros en otros países. Juan Carlos lleva doce años en Zimbabue y Miguel Ángel, que ha estado durante 28 años en Japón, hoy colabora con su diócesis de Cuenca, llevando cuatro parroquias de la Alcarria.
Entrevistamos a Luis Carlos Riloba y Miguel Ángel Aragón, ahora como responsables del equipo de animación misionera del IEME, tras su visita a Guadix para explicar cuál es su cometido y su vinculación desde la animación misionera.
¿Cuál es el cometido, la finalidad, es decir, el objetivo del IEME?
Luis Carlos: el IEME es un cauce de la Iglesia española, para ir a la misión “ad gentes” en otros países. Lo específico del IEME es que somos sacerdotes diocesanos españoles que nos asociamos, por un tiempo determinado o bien de por vida, para ayudar a anunciar mejor y de manera más eficaz la misión “ad gentes”. El objetivo del misionero es sembrar el Evangelio e incardinar la Palabra. Y todo esto, sin tener proyectos propios, sino adaptándose, inculturándose en los lugares que los reciben.
Miguel Ángel: fundamentalmente colaboramos en la misión evangelizadora de la Iglesia, en los lugares en los que todavía no se conoce a Cristo y su Evangelio. Una de las opciones es ir a los lugares más pobres. Con más necesidad, aquellos a los que nadie quiere ir.
¿Cómo valoráis la participación y la presencia del IEME a nivel de España y especialmente a nivel del extranjero?
Luis Carlos: es una presencia muy humilde, desde nuestra pobreza llegamos a pocos países, somos unos 120 misioneros, repartidos en 12 países. Normalmente, cuando el misionero se hace mayor se vuelve otra vez a España, pero también hay algunos misioneros especialmente los de mayor edad que quieren morir en los países que han misionado.
Miguel Ángel: la presencia de los misioneros más que numérica es una presencia significativa, porque quieren apoyar desde su carisma de sacerdotes diocesanos las actividades que las diócesis que nos reciben llevan a cabo, es decir, no tenemos un plan pastoral propio, sino que nos adaptamos a las diócesis que nos acogen. Nuestro objetivo es insertarnos en las iglesias locales, apoyar los planes pastorales de esas iglesias. Por ejemplo, en tema vocacional cooperamos en la vocación local, apoyándola. La aceptación es máxima, la acogida es muy buena. El obispo local nos destina junto con otros sacerdotes locales y trabamos en equipo con la Iglesia nativa.
En España podemos decir que hemos salido de las diócesis españolas, y nuestra labor aquí es una presencia de regreso. Estamos incardinados en las diócesis de origen. A veces colaboramos con la pastoral diocesana como Miguel Ángel, que colabora dirigiendo cuatro parroquias conquenses de la Alcarria. Somos un equipo que pasa por las diócesis españolas y los seminarios, animando a la vocación misionera, tanto ad intra como ad extra.
¿Cuál sería desde vuestro punto de vista la labor más importante que el IEME realiza?
Miguel Ángel: la labor más importante es contribuir a la dimensión misionera de la Iglesia, porque el mandato de Jesús es lo más importante. Desde nuestra presencia en el mundo, somos considerados como un don para la Iglesia, y para el mundo. Nuestra aportación de granito de arena a la evangelización es un compromiso para dar respuesta a ese sí, a ese “fiat” que espera el Señor de cada uno de los cristianos, intentando ser hombres del sí, respondiendo a la llamada del ser y, como dice el papa Francisco, actuando en las periferias. Donde nadie quiere compartir su tiempo y su energía.
Sebastián Robles
Delegado de Misiones. Diócesis de Guadix