Como sucede todos los años, el lunes de la octava de Pascua, se volvía a hacer realidad una de las tradiciones más antiguas que tiene la ciudad de Huéscar: la bajada de las Santas Patronas, Alodía y Nunilón, desde su ermita hasta la parroquia de Santa María.
A las 12 de la mañana del 2 de abril, se celebraba la Eucaristía en la ermita de las Santas, presidida por el párroco de Huéscar y concelebrada por el párroco de la Puebla de Don Fabrique y los sacerdotes hijos del pueblo de Huéscar que, como cada año, acuden a la cita con sus Santas Patronas.
Una vez terminada la Eucaristía, comenzó la romería de bajada de las Santas, haciendo paradas en los distintos cortijos que hay por el camino hasta llegar, en torno a las 9,30 de la noche, al lugar conocido como el templete, en la ciudad de Huéscar. A esa misma hora salieron de la parroquia de Santa María los sacerdotes del arciprestazgo y los sacerdotes hijos del pueblo, acompañados de la Corporación Municipal y de los hermanos mayores de las distintas hermandades y cofradías de Huéscar.
Al llegar al templete, una vez que las Santas patronas fueron incensadas, se entonó el himno que, acompañado de la banda municipal, fue cantado por todos los fieles. Desde este lugar se dirigieron a la plaza del Ayuntamiento. Este fue una de los momentos más emotivos, en el que se concentró un gran número de devotos que, de nuevo, cantaron el himno de las Santas y el canto popular del «Uri, Uri».
Ya en la parroquia, se entonó de nuevo el himno a las Santas y, tras una oración, concluyó el acto.
Las Santas permanecerán en la parroquia de Santa María de Huéscar, hasta el lunes posterior a Pentecostés. Será entonces cuando se vuelvan a subir a su ermita, en la Sierra de La Sagra.
José Antonio Martínez
Párroco de Santa María de Huéscar
