El jueves posterior a Pentecostés se celebra la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote, para recordar la santidad y la belleza del sacerdocio de Jesucristo. Una solemnidad que cada año la celebra en comunión el presbiterio diocesano con su obispo.
A su vez, es una solemnidad que también la celebran las Misioneras de Cristo Sacerdote, por ser una congregación de espíritu sacerdotal. La fuente original de su carisma la hallamos en la oración sacerdotal de Cristo: “por ellos me santifico para que también ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17-19) y en el fuerte clamor de Cristo a sus discípulos: “la mies es mucha y los operarios pocos, rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9,37-38)
Desde que en el año 1972, la Conferencia Episcopal Española estableció la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote en el calendario de nuestro país, las misioneras lo celebran como solemnidad, teniendo una autorización concedida por la Congregación para el Culto Divino.
Y esto fue lo que celebró la comunidad de Misioneras de Cristo Sacerdotes que están en la parroquia de Huéscar. Fue en la Eucaristía de las 8 de la tarde. En ella también renovaron sus votos de castidad, pobreza y obediencia, como hacen cada año en este día.
Al finalizar la Eucaristía, se les entrego un pequeño detalle en agradecimiento a su labor. En primer lugar, la comisión de fiestas quiso entregarle un cuadro con la imagen de nuestras Patronas, en agradecimiento por haber estado muy pendientes durante la novena con las flores de nuestra patrona. Y también, desde la parroquia, se les entregó un pequeño obsequio.
José Antonio Martínez
Párroco de Huéscar