La Virgen de la Cabeza ya descansa de nuevo en su ermita, a la que ha regresado después de haber recibido el cariño de los oscenses y personas que nos acompañan estos días en nuestro municipio.
La Hermandad de la Santísima Virgen de la Cabeza, de Huéscar, se ha sumado, un año más, a tantos y tantos pueblos de la geografía española, que el 15 de agosto celebran la Asunción de la Virgen María, haciendo gala de su devoción mariana.
En Huéscar, ese día se celebra a la Virgen María bajo la advocación de la Virgen de la Cabeza. Se trata de una imagen muy querida para los oscenses, que tiene su ermita en la Sierra de Marmolance, donde pasa casi todo el año, a excepción de los momentos que baja a la parroquia de Santa María. Este año bajó el domingo 28 de julio, cuando tuvo lugar la procesión de entrada a la parroquia.
El martes 6 de agosto, comenzó la novena en su honor, que terminó el miércoles 14, coincidiendo con las vísperas de la fiesta de la Asunción de María a los Cielos, cuando de nuevo la Virgen de la Cabeza, junto al Cristo de los Milagros, hacían su procesión de despedida por el recorrido que la hermandad había preparado. Una de las cosas típicas de esta hermandad son los bailes de la bandera, delante de las sagradas imágenes, a los sones del tambor y de las flautas, junto al canto del coro rociero Aires de Jubrena. Las distintas hermandades de Huéscar y la corporación municipal acompañaron a la hermandad en este día.
El jueves 15 de agosto fue el día más importante para la hermandad, el día de su romería. A las 7 de la mañana, en la parroquia de Santa María, tenía lugar la misa de despedida, cantada por la cuadrilla de la Cuesta de las Chinas. Antes, a las 5 de la mañana, los despertadores se reunían en la ermita de la Soledad Coronada, desde donde comenzaron un recorrido por las calles de Huéscar, cantando en las puertas de las ermitas, en la casa parroquial y finalizando en la puerta de la parroquia.
Terminada la santa Misa, la Virgen y el Cristo salían en romería hacia su ermita, en la sierra de Marmolance, que estos días luce un aspecto muy luminoso, gracias al trabajo de todos los hermanos y sus familias. Un gran número de fieles acompañaba a las sagradas imágenes, durante los 8 kilómetros que hay de distancia entre la parroquia y la ermita.
Una vez que se habían repuesto las fuerzas, gracias a la invitación de la hermandad, a las 12 de la mañana, tenía lugar la celebración de la santa Misa en la ermita, que se quedaba pequeña debido al gran número de devotos que acudió. Y, al finalizar la Misa, de nuevo procesión, alrededor de la ermita, sin faltar el “meter la Virgen y el Cristo al agua”, como se dice cariñosamente, y la tradicional puja de meter a las sagradas imágenes en la ermita.
José Antonio Martínez
Párroco de Santa María de Huéscar