
La Catedral accitana volvió a acoger, un año más, la Misa Crismal, que, en el pórtico de la Semana Santa, convoca a todos los sacerdotes y a numerosos fieles de diferentes lugares de la diócesis. Y así ha sido este año, el 15 de abril, Martes Santo, a las 11 de la mañana, en una celebración que estuvo presidida por el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco.
La Misa Crismal es una celebración muy especial, cuyo lugar propio es en la mañana del Jueves Santo, pero que se adelanta para que los sacerdotes puedan asistir con tranquilidad, sin los agobios propios de los preparativos de estos días de Semana Santa. En ella se consagran los Óleos y el Crisma, que van a ser utilizados durante todo el año en las parroquias para la administración de los sacramentos y otros actos de culto. También es una celebración en la que los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales, su sacerdocio, y en la que el pueblo de Dios reza por ellos.
Y todo, con la mirada puesta en estos días de Semana Santa, en los que la Iglesia celebra el gran misterio de la salvación: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Por eso, la Misa Crismal, en medio de estos días santos, se presenta como una celebración que une a toda la Iglesia diocesana en la vivencia de una misma fe, en la conciencia de una misma misión, en la oración por un presbiterio que es entrega, en el compartir unos mismos Óleos y un Crisma que se van a utilizar en sacramentos como el Bautismo, o la Confirmación, o la Unción de Enfermos. Por eso, la Misa Crismal se entiende como una de las celebraciones más genuinamente diocesanas.
En la homilía, D. Francisco Jesús Orozco recordó todo lo que significa la Misa Crismal para la Iglesia local y agradeció a los asistentes, venidos de muchas parroquias de la geografía diocesana, su presencia. También, a todos los sacerdotes que asistieron, que fueron prácticamente la totalidad, y a los seminaristas, que asistieron en la celebración.
Buena parte de la homilía la dedicó a recordar cómo, por el Bautismo, todos hemos sido consagrados para la misión, para hacer presente el Evangelio. Consagrados con los mismos ungüentos que se bendicen en esa celebración. Y, de manera particular, esa consagración se expresa para los sacerdotes en un compromiso de vida y en una dedicación plena. Y les recordó a los sacerdotes presentes las exigencias de su vocación, el compromiso al que dedican su vida, la tarea evangelizadora que la Iglesia les encomienda en un mundo complejo no siempre fácil. Son consagrados para la misión.
Antes de la celebración, los sacerdotes se habían reunido en la iglesia del Sagrario para escuchar una meditación que les sirviera como preparación para la Misa Crismal y para toda la Semana Santa. Este año, la meditación estuvo dirigida por el sacerdote Joaquín Caler, párroco de Benamaurel. Él también habló de la misión que asumen los sacerdotes con su ordenación y de cómo están llamados, como todos, pero aún más por su vocación, a amar a Cristo y a dedicar su vida a Dios.
Tras la celebración de la Misa Crismal, los sacerdotes compartieron la comida en la Casa Sacerdotal, antes de que cada uno volviese a sus parroquias para entrar de lleno en los días frenéticos de la Semana Santa, en los que se multiplican las celebraciones y las procesiones.
Antonio Gómez
Delegado diocesano de MCS. Guadix