Desde que llegaron a Huéscar en 1576, procedentes del monasterio dominicano de Nuestra Señora de Alta Gracia, la Orden de Santo Domingo ha tenido una comunidad de religiosas en Huéscar. Una comunidad que ha estado presente hasta el mes de mayo del año 2019, cuando cerró y se fusionó con el convento que la misma congregación tiene en Baza. Separadas del mundo por las tapias venerables de un convento centenario, estas monjas de clausura han sido siempre un referente de la profunda y constante religiosidad del pueblo oscense y la semilla que ellas sembraron, a lo largo de estos cuatro siglos, sigue presente en la parroquia de Santa María.
Aunque las religiosas ya no están, su labor evangelizadora seguirá siempre presente en Huéscar de la mano de la Fraternidad Dominicana Seglar, que sigue venerando y dando culto a Santo Domingo.
Por eso, un año más, en la parroquia, se ha celebrado un triduo en honor de Santo Domingo de Guzmán, que finalizó el día 8 de agosto, coincidiendo con la festividad del santo dominico.
En el triduo se ha hecho mucho hincapié, como se hace a lo largo de todo el año, en la importancia de pedir por las vocaciones y de hablar en la familia de la vocación a la vida sacerdotal y consagrada.
En estos días se ha rezado a Santo Domingo para que, como su himno describe, la fraternidad dominicana siga predicando el Evangelio, estando siempre cada hermana unida a Dios por medio de la oración, hablando con Dios de los demás y a los demás hablándoles de Dios.
José Antonio Martínez
Párroco de Santa María de Huéscar