La llegada del cristianismo
El cristianismo se extendió en el área accitana desde sus primeros momentos y en su capital se establecerá una de las primeras sedes episcopales de España. La tradición asigna a San Torcuato, uno de los siete Varones Apostólicos, la fundación de la diócesis. La llegada de los siete Varones Apostólicos al sureste andaluz, provincias de Almería, Granada y Jaén, debió producirse, de acuerdo con las hipótesis tradicionales y la lógica de los hechos, después de la celebración del concilio de Jerusalén (49-50 d. C.), el hipotético viaje de San Pablo a España (63-64 d. C.) y el martirio de San Esteban.
San Torcuato y sus compañeros ejercerían su labor pastoral en los siguientes núcleos poblacionales, asignados por la tradición: Torcuato en Acci (Guadix), Indalecio en Urci (Almería), Segundo en Abula (Abla), Tesifonte en Bergi (Berja), Cecilio en Iliberri (Elvira-Granada), Eufrasio en Iliturgi (Andújar) y, finalmente, Hesichio en Carteia (Cazorla). La mayoría de estos núcleos pertenecieron, en algún momento, a la provincia Cartaginense.
Límites del primitivo obispado
Los límites del primitivo obispado están descritos por el historiador Pedro Suárez, que cita como fuentes, entre otras, la división eclesiástica realizada en tiempos del rey visigodo Wamba (s. VII) y la Historia General de España de Alfonso X. En la citada Historia se le asignan los siguientes límites: «Acci tenga desde Segura Fasta Montan; et desde Arcatal fasta cona». Límites que coinciden, aproximadamente, con los asignados por García de Loaysa y Ambrosio de Morales, según hace constar Pedro Suárez.
Desde el concilio de Elvira hasta la dominación musulmana.
La celebración del concilio de Iliberis (Granada), entre el 306 y el 314 d.C., y la asistencia al citado concilio del obispo accitano Félix, nos pone de manifiesto que la cristianización de la ciudad y su área comarcal tiene cierta solidez y cuenta con una estructura más definida, que en los momentos iniciales.
En el momento de la invasión musulmana era obispo de Guadix Frodoario (711-714). La invasión árabe produce un largo y confuso paréntesis en la vida del obispado pues, por falta de datos, se desconoce si la diócesis existió y tuvo obispos desde el año 741 hasta el año 1400.
La primitiva basílica, de la época visigoda, es transformada por los musulmanes en mezquita. De la ciudad y del nuevo edificio religioso nos ofrece una serie de datos Jerónimo Münzer en su viaje por España y Portugal, realizado entre 1494 y 1495. Sobre la mezquita de Guadix dice textualmente: «La mezquita, que es hexágona, tiene sesenta columnas exentas y en el centro un lindo jardín para las abluciones, según la costumbre mora».
La comunidad mozárabe y los obispos del siglo XV
La numerosa comunidad mozárabe desarrolló sus actividades con cierta normalidad en los primeros momentos de la invasión y conquista musulmana, apareciendo las dificultades conforme se afianza el poder musulmán. En estos momentos se sitúa el martirio de San Fandila, en Córdoba, el 13 de junio del año 853.
A partir del siglo X, en un proceso lento, los mozárabes ocuparían las zonas periféricas de la ciudad, sirviendo como ejemplo el barrio de la Magdalena, iglesias de Sta. Catalina, S. Pedro o la citada de la Sta. Cruz, o bien serían expulsados al norte de África o emigrarían, en algunos casos, a los reinos cristianos: a Castilla en el reinado de Alfonso VI, con fines repobladores tras la conquista de Toledo (1085) y, a Aragón en el reinado de Alfonso I «El Batallador».
Tenemos noticias de los obispos titulares de Guadix, a lo largo del siglo XV: Pedro I; Fr. Nicolás, de la orden Seráfico de la Observancia; Pedro II, que fallece en torno a 1434; Fr. Fernando de Atienza, de la Observancia de S. Francisco y nombrado obispo por Eugenio IV; Fr. Pedro III, nombrado obispo en Junio de 1475 y, finalmente, Fr. Diego García de Quijada, franciscano, que será el primer obispo de la ciudad, una vez conquistada por los Reyes Católicos en 1489.
La llegada del cristianismo
La Iglesia de Baza fue, según escribe Magaña Visbal, «una de aquellas que tuvieron principio en los albores del cristianismo, hallándose desde tan remotos tiempos dotada con Silla Episcopal, cuyo establecimiento atribuye una antigua tradición, al celo de San Tesifón, uno de los siete discípulos de Santiago».
El ya citado Suárez señala: «Estuvo la antigua ciudad de Baza ilustrada con cátedra episcopal desde la primitiva iglesia…», citando como fuente, entre otras, a Ambrosio de Morales. La antigua cátedra episcopal de Baza fue desde su fundación sufragánea de Toledo, según datos que se desprenden de la división de obispados realizada en tiempos de Wamba. Sobre este aspecto también dan referencias el arzobispo Loaysa y el cardenal Aguirre.
Límites del primitivo obispado
Los límites históricos del obispado bastetano quedan señalados en la división de Wamba, como indican Ambrosio de Morales y el conde de Mora, de esta forma: «Baza tenga desde la Montaña hasta Gesta, y desde Rauca hasta Rusita».
Para Pedro Suárez los límites serían: «El nombre y sitio de Egesta, o Gesta, asignado al obispado de Baza, se presume haber sido Vélez Rubio y Vélez Blanco, porque Plinio describiendo a España, refiere los pueblos Egelestanos inmediatamente a los Ilorcitanos, que son los de Lorca, muy cercanos a los de Vélez. El otro sitio y nombre de Montaña corresponde a la Sierra, que sería la de Baza, que se extiende por aquella parte que llaman la venta del Baúl hasta los confines de Fiñana».
Desde el concilio de Elvira hasta la dominación musulmana
Si la tradición confirma que San Tesifón fue el primer obispo bastetano, éste debió de tener sucesores inmediatos, cuyos nombres se desconocen hasta la fecha.
Al citado concilio de Iliberis asiste Eutiquiano, obispo de Basti. Esta circunstancia nos indica, como en el caso de Guadix, que la cristianización en el área comarcal bastetana dispone de cierta organización y solidez a comienzos del s. IV.
Después del obispo Eutiquiano, Pascual Madoz señala siete prelados para el obispado de Baza, asistiendo la mayoría de ellos a diversos concilios.
La primitiva catedral fue construida en el reinado de Recaredo I, transformándose en mezquita con la invasión musulmana y, nuevamente, en Iglesia cristiana tras la reconquista.
Poco ha quedado de la época visigoda; es de suponer ciertas transformaciones de carácter arquitectónico dejando de utilizarse la cantería y sustituyéndola por la argamasa, usando ya el arco de herradura.
Durante el episcopado del prelado Basilio, se produce la invasión árabe en España. Como en el caso de Acci, las noticias se hacen confusas y complejas a partir de este momento.
La comunidad mozárabe y los obispos del siglo XV
La comunidad mozárabe realizó sus actividades con cierta normalidad, como en otros lugares del área geográfica del nordeste granadino, en los momentos iniciales de la invasión musulmana.
Tenemos noticias de la existencia de dos obispos mozárabes: Juan, que asiste en el año 862 a una reunión en Córdoba, para tratar el tema de la herejía antropomorfita y, Servando, que gobernaba el obispado antes del año 988 y cuyo nombre está consignado en una Biblia gótica conservada en Toledo.
A partir del s. X las noticias sobre los mozárabes se hacen más difíciles. Con la invasión Almohade, producida en el año 1149, los datos históricos prácticamente desaparecen, debido a la intolerancia religiosa de los nuevos invasores. Debieron sucederse los llamados «obispos titulares» y las comunidades cristianas se ubicarían en las áreas periféricas de la ciudad o serían expulsadas u obligadas a emigrar a los reinos cristianos, de Castilla o Aragón.
La Iglesia bastetana, con el partido de Huéscar, no volvería a tener su primitiva autonomía a partir de estos momentos. Los reyes Fernando III y Alfonso XI solicitaron de los arzobispos de Toledo la concesión del gobierno del obispado de Baza. Asimismo, después de la invasión Almohade, el arzobispo de Toledo Juan Pérez consigue del Papa Urbano III (h. 1185), «para cuando fuese rescatada», la jurisdicción espiritual de Baza. Dicha concesión es confirmada por el Papa Celestino III al arzobispo toledano D. Martín López de Pisuerga, que la gobierna desde el año 1191 hasta 1208. Esta situación sigue en años y siglos posteriores, con el arzobispo Ximénez de Rada, en el reinado de Fernando III (h. 1245) y el cardenal Gil de Albornoz, en el reinado de Alfonso XI (h. 1321).
Los «obispos titulares» debieron seguir sucediéndose en la Silla Episcopal de Baza, siendo el último de ellos D. Beltrán de Boyria (1492). Con este título de obispo bastetano y en el último año citado asiste a la coronación de los reyes de Navarra, D. Juan de Albret y Dña. Catalina.
El cardenal Mendoza y la nueva reorganización de la Iglesia diocesana.
Reconquistadas las ciudades de Guadix y Baza por los Reyes Católicos, en el año 1489, autorizan al cardenal D. Pedro González de Mendoza (1428-1495), hijo del Marqués de Santillana, para que lleve a término la reorganización de la iglesia en ambos obispados históricos, tras el largo período de la dominación musulmana.
El citado cardenal, de acuerdo con las Bulas dadas por el Papa Inocencio VIII el 4 de agosto de 1486, firma en la Alhambra una Bula el 21 de mayo de 1492, «erigiendo en catedral la iglesia de Guadix y en colegial a la iglesia Mayor de Baza». También quedan restauradas, por la misma Bula, las diócesis de Granada, Málaga y Almería.
Los Reyes Católicos y el cardenal González de Mendoza «erigieron iglesias parroquiales, fundándolas en las mezquitas que tenían los moros». A estas parroquias se les asignaron las posesiones y rentas que pertenecían a las mezquitas y, a los clérigos y beneficiados se les asignaron «casas y huertas».
En los años iniciales, antes de la firma de la Bula del cardenal Mendoza, la Fábrica Mayor de la Catedral de Guadix ya contaba con ciertas dotaciones reales: «diez cármenes y quinientas fanegas de tierra repartidas en Paulenca, Fauxena, Berzal, Beas, Marchal, Cigueñí, Alcudia, Alares, Muñana, Lopera, Cortes, Graena y Jeres, y otras diez fanegas en equivalencia de unas mezquitas», según un estudio realizado por Carlos J. Garrido.
Más tarde el arzobispo de Sevilla, Fr. Diego de Deza, comenzó la fundación de beneficiados y sacristías por medio de la Bula expedida en Segovia, el 26 de mayo de 1505.
El obispo Fr. Diego García de Quijada y sus sucesores inmediatos
La restauración del obispado de la antigua Acci se realizó por derecho de «post liminio», atendiendo a los derechos episcopales adquiridos antes de la invasión musulmana. El obispado de Guadix responde a «guadixensis» como nombre de curia y fue sufragáneo de Toledo desde su fundación. A partir de la reconquista y por Bula de Alejandro VI, 4 de diciembre de 1492, pasa a ser sufragáneo de Granada, que se convierte a partir de este momento en metropolitana.
Su primer obispo fue el franciscano Fr. García de Quijada, sevillano y amigo de Cisneros. Este obispo toma posesión efectiva de la diócesis en 1495, comenzando la labor de cristianización del obispado, en una ciudad donde apenas quedaban los llamados «cristianos viejos».
García de Quijada celebró misa en la vieja mezquita musulmana, comenzó la construcción de la nueva catedral, con traza gótica, y mantuvo múltiples y largos pleitos con el antiguo obispado bastetano, que reivindicaba sus derechos a ser diócesis independiente, y con el Marquesado del Zenete y el futuro Señorío de Gor. Participó en la llamada Conversión General de los moriscos, finales del s. XV, mandando quemar los libros árabes que había en la ciudad. Falleció en el año 1522, siendo enterrado en la catedral accitana.
Suceden al primer obispo de la restauración, García de Quijada, los prelados D. Pedro González Manso (1522-1524), D. Gaspar de Ávalos (1525-1528), Fr. Antonio de Guevara (1528-1537) y Fr. Antonio del Águila (1537-1546), que dedicarán gran parte de su labor a los siguientes aspectos: terminar con el pleito de la ciudad de Baza, resolver el problema de los diezmos que se centraba, fundamentalmente, en el Marquesado del Zenete y, catequizar y asimilar a la población musulmana.
Datos sobre los obispos de la diócesis (ss. XV-XX)
El obispado ha contado con cincuenta y dos obispos desde su restauración, siendo el primero el ya citado García de Quijada y el último, Juan García Santacruz-Ortiz.
La mayor parte, de los cincuenta y dos prelados, proceden de las dos Castillas (28) y de la región Andaluza (18). Han pertenecido a órdenes religiosas, dieciocho obispos, distribuidos de la siguiente forma: agustinos (4), franciscanos (3), dominicos (3), mercedarios (3), del hábito de Santiago, orden militar de San Juan, benedictinos, jerónimos y carmelitas, un obispo, respectivamente.
Algunos obispos, por diversas circunstancias, que habían sido nombrados, no llegaron a ser consagrados y, por tanto, no tomaron posesión de la diócesis, como es el caso de Fernando de Contreras, Francisco de Lillo, Gonzalo del Campo o el más llamativo, Diego Muñoz Torrero que, bien por liberal o masón, la Santa Sede no dio su visto bueno.
Otros prelados, debido a problemas que conlleva el cargo, cansancio o enfermedad, renunciaron a la Silla Episcopal: Álvarez de Vozmediano (1574), Fray Julián Ramírez (1585), Fr. Pedro de Palacios (1701) o Andrés de List (1750).
De los veintisiete prelados fallecidos en la diócesis, doce pertenecían a órdenes religiosas. Entre los prelados que permanecieron más tiempo en la diócesis destacan García de Quijada, 27 años; Fr. Bernardo de Lorca, 25; Álvarez Lara, 23 y Pontes y Cantelar, 17. El obispo que menos tiempo ocupó la Silla Episcopal fue Fr. Diego Serrano, que debido a su muerte, sólo gobernó 10 días (25-XI-1652 al 6-X-1652).
El Sínodo de Pérez de Ayala
Se puede considerar que el largo proceso de cristianización termina, en cierta medida, en el episcopado de Martín Pérez de Ayala (1548-1560), que celebró un importante Sínodo en el año 1554. Las sesiones del sínodo duraron unos veinte días, desde el 20 de enero de 1554 al 10 de febrero del mismo año. Su amplio contenido quedó recogido en ocho Títulos fundamentales, sumando un total de 254 Constituciones.
Los Títulos sobre los que trató el Sínodo son los siguientes: de la doctrina evangélica, de la administración de los sacramentos, del culto divino, de la inmunidad y honestidad de las iglesias, de la honestidad y disciplina de los sacerdotes, de la doctrina y disciplina del pueblo, de las primicias y diezmos y, de la visitación, mayordomos, visitadores, provisores, notarios y fiscales.
Santos y Beatos
A lo largo de los dos mil años de presencia del cristianismo en las tierras del nordeste granadino, han sido numerosas las pruebas de santidad y beatitud y que, por otra parte, han enriquecido la religiosidad popular de la que venimos hablando. Estos serían, a nuestro juicio, algunos de los nombres más significativos: San Torcuato (s. I), San Fandila (s. X), Beato Marcos Criado (s. XVI), Venerable Francisco de Velasco (s, XVII), Beato Francisco Serrano (s. XVIII), Beatos Medina Olmos y Pedro Poveda (s. XX).