Los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca de Andalucía se reunieron el jueves 8 de enero en Huéneja para compartir una jornada de convivencia y oración. Un retiro y una Eucaristía fueron los momentos más importantes de la jornada, en la que fueron anfitriones los religiosos de Cruz Blanca que hay en la localidad de Huéneja y que gestionan la residencia de ancianos de ese pueblo. El Obispo de Guadix, Mons. Ginés García, presidió la celebración de la Eucaristía. También estuvo el superior mayor de la congregación.
La jornada comenzó a media mañana, para dar tiempo a que llegasen desde las distintas provincias de Andalucía donde hay religiosos de Cruz Blanca: Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada. Pero no pudieron desplazarse todos los hermanos, pues sus compromisos pastorales y asistenciales no les permiten salir durante todo un día, ya que tienen que cuidar a las personas que hay en sus centros asistenciales. La residencia de ancianos de Huéneja fue el lugar escogido para el encuentro, cuyo motivo principal era la celebración de un retiro de oración, compartido entre las distintas comunidades.
El retiro fue dirigido por el sacerdote accitano Manuel Millán, Secretario Canciller de la Diócesis de Guadix, que centró el tema en la vocación y las implicaciones que tiene. Al final de la mañana, el Obispo accitano presidió la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay anexa a la residencia, donde se encuentra la Virgen de la Presentación, patrona de Huéneja.
Entre los asistentes estaba el hermano Isidoro Macías, más conocido por todos como el Padre Patera. Preguntado sobre su labor con inmigrantes que llegan atravesando el Estrecho de Gibraltar, el hermano Isidoro reconoció que es un drama el que sufren todas estas personas, a las que «no les gusta llamar inmigrantes» y que atienden en la medida de sus posibilidades. El Padre Patera recuerda que el carisma de los hermanos de Cruz Blanca pasa por atender a los más desfavorecidos, a los que menos cuentan, a los más discapacitados. No en vano, el carisma de esta congregación podría definirse con estas palabras de su fundador, el hermano Isidoro Lezcano: «la plena dedicación a los Cristos rotos por el dolor y la marginación, siendo en medio de ellos testimonios vivos del Amor de Dios».
Antonio Gómez