El domingo 10 de noviembre la Iglesia celebra la Primera Jornada Mundial de los Pobres. Se trata de una nueva jornada de concienciación que se pone en marcha por iniciativa del propio Papa Francisco que, el año pasado, al finalizar el Año Jubilar de la Misericordia, la propuso como una jornada necesaria. Es un día para que tomemos conciencia de las realidades de pobreza que hay en nuestro entorno y, sobre todo, para que hagamos algo por combatirla.
También es un día para que pensemos más en los pobres que en la pobreza, en las personas que la sufren. Y para que esas personas ocupen un lugar principal en nuestra Iglesia y, sobre todo, en nuestro compromiso.
Por tanto, esta I Jornada Mundial de los Pobres nace como una jornada importante, necesaria, y que va a hacer mucho bien a la Iglesia y, por supuesto, a las personas que necesiten de nuestra ayuda.
El Papa Francisco la ha convocado con un lema directo y claro, que define muy bien la pretensión de la jornada: “No amemos de palabra sino con obras”, una frase tomada de la primera Carta de Juan, capítulo 3, versículo 18. Para el Papa Francisco esta jornada tiene dos objetivos primordiales:
El primero es estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro; e invitar a todos, independientemente de su credo, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo de fraternidad.
Y el segundo objetivo es promover una caridad que nos lleve a seguir a Cristo pobre y a un verdadero encuentro con el pobre. Como recuerda Francisco, los pobres no son solo destinatarios de obras de buena voluntad, sino también sensibilizadores de nuestra conciencia y de la injusticia social.
En su mensaje para esta jornada, el Papa propone, además, propuestas concretas de acción, como son identificar de forma clara los nuevos rostros de la pobreza y descubrir sus “caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada”.
El Obispo de Guadix
El obispo de Guadix. Mons. Ginés García, ha escrito una Carta Pastoral sobre esta Primera Jornada Mundial de los Pobres, a los que presenta como “don y tarea para la iglesia”, ya que están en el corazón del Evangelio.
El obispo accitano dice que los pobres están en el corazón de Dios y deben ser opción fundamental de la Iglesia. Y siguiendo con la propuesta del Papa Francisco de descubrir los nuevos rostros de la pobreza, Mons. Ginés García, describe algunos de ellos que están en nuestra tierra y entre nosotros. Así, habla del paro laboral, sobre todo del juvenil, pero también del despoblamiento y del envejecimiento de la población; de los ancianos, que muchos de ellos están solos y abandonados, y hasta de la pobreza que supone la mentalidad de los que se sienten cómodos en su indigencia y hacen de la mendicidad o de la ayuda externa su medio de vida.
Sin embargo, dice el Obispo que esas pobrezas, lejos de ser motivo de abatimiento y conformidad, han de verse con esperanza y como una oportunidad. Y, sobre todo, dice que la iglesia tiene que sentirse interpelada. Y nos invita a celebrar esta jornada y a ponernos manos a la obra.
Sin duda, esta Primera Jornada Mundial de los Pobres que ha impulsado el Papa Francisco nace con una pretensión importante y era una jornada necesaria. Bienvenida sea.