
El Día Mundial del Agua se celebra cada 22 de marzo para recordar la relevancia de este líquido esencial. A pesar de que todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida del abastecimiento de agua dulce y de su calidad, 2.200 millones de personas viven sin acceso a agua potable. Esta celebración tiene por objetivo concienciar acerca de la crisis mundial del agua y la necesidad de buscar medidas para abordar esta crisis. El Día Mundial del Agua se propuso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo efectuada en Río Claro, Brasil en 1993. De la cual, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 22 de marzo de cada año como Día Mundial del Agua, apelando a la puesta en práctica de las recomendaciones contenidas en el Capítulo 18 (Recursos de Agua Dulce) de la Agenda XXI.
Con motivo del Día Mundial del Agua, se conmemora el primer aniversario de la publicación del documento «Aqua Fons Vitae», símbolo del grito de los pobres y de la tierra. «Aqua fons vitae» es un documento del Vaticano dedicado a un recurso único y de primera necesidad como el agua. El hombre, la naturaleza y el desarrollo están inextricablemente ligados al agua, pero todavía hay demasiadas personas y lugares que no tienen acceso a ella. Los diversos aspectos y desafíos relacionados con este tema se abordan en el documento «Es una batalla por la vida”, publicado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. En el documento se distinguen las tres dimensiones más relevantes relacionadas con el agua:
Agua para el consumo humano.
Agua como recurso utilizado en muchas actividades humanas, en particular la agricultura y la industria
Agua como superficie, es decir, los ríos, los acuíferos subterráneos, los lagos y especialmente los océanos y los mares.
Para cada aspecto, el Dicasterio presenta desafíos y propuestas operativas para aumentar la conciencia sobre el tema y el compromiso a nivel local. La parte final propone en cambio una reflexión sobre la educación y la integridad.
El agua está íntimamente ligada a la vida, ya lo dijo Tales de Mileto en su afirmación «el agua era el elemento primero de la vida». Por este motivo, podemos alegar que sin aguas potables no hay vida ni desarrollo. Esto se pone de manifiesto en la principal estrategia del Dicasterio que es la higiene en los establecimientos sanitarios que pertenecen a Iglesia. Hay demasiados centros de salud en los países en vías de desarrollo sin un acceso adecuado al agua para las necesidades de limpieza más básicas. Razón por la que miles de millones de pacientes, personal de atención sanitaria y familias se ven en peligro porque falta la infraestructura para una atención decente, segura y de calidad. Y la situación es particularmente alarmante en estos tiempos de pandemia.
La Iglesia Católica siempre ha sido pionera en este sector y ha llegado a distintos acuerdos con diferentes instituciones de carácter público y privado para que participen en esta batalla por la vida, porque la preocupación de la Iglesia por el agua es producto de los Evangelios y otros textos como el Apocalipsis (21:6) «Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida».
Antonio González Navarrete
Delegado de Ecología Integral. Guadix