
LA FE Y LA INCREDULIDAD EN EL RESUCITADO
Este relato está formado por tres perícopas (fragmentos) bien diferenciadas:
La primera perícopa nos sitúa a los discípulos, tras la muerte del Jesús, escondidos en una habitación por temor a ser perseguidos y ejecutados. El Resucitado atraviesa todos los obstáculos; se pone en el centro de la comunidad cristiana, como el que la preside, le da sentido y la fortalece; y la libera de los miedos que la dejan sin esperanza. Jesús resucitado dona su paz y el Espíritu Santo a la comunidad que pasa de estar encerrada en sí misma a ser misionera y universal.
La segunda perícopa cuenta la incredulidad de Tomás, uno de los Doce que, estando ausente cuando Jesús se aparece a la comunidad, representa a quienes no creen en el testimonio de la comunidad, por eso pretende tener una fe personal, al margen del resto, y apoyada en lo demostrable y visible. Jesús se le manifiesta de forma visible, porque sabe adaptarse a cada uno de nosotros, pero lo hace en medio de la comunidad, no fuera de ella. Aquí se resalta que la verdadera fe es amor y confianza, y no las pruebas o la recuperación del pasado.
La tercera perícopa es la conclusión del Evangelio de Juan, que el autor lo presenta como el libro de las señales de Jesús, escrito para que creamos en Jesús y, creyendo en él, tengamos vida. La vida espiritual nace con la fe y se mantiene con ésta.
El mensaje de este relato es que la fe surge del encuentro con el Resucitado que nos hace nacer a una nueva vida, convirtiéndonos en sus testigos y misioneros para que otros crean.
Emilio J., sacerdote